Mientras Laura Itzel Domart escribe, un mundo se extingue. Ella lo sabe: esa realidad está entre las preocupaciones de su poesía. La pregunta por la naturaleza nunca es por lo circundante, sino por la destrucción que unos seres, entre tantos otros, hemos prefigurado. En estos "Planos de una guerra" devenimos sus espectadores, aunque a veces olvidemos que estamos en ella. En "Meditación sobre las muertes ajenas" se deja ver un ave muerta, un glaciar desprendido. Aparece un gesto trágico: como todo lo que termina, lo monstruoso también nos embelesa
"Planos de una guerra" y "meditación..."
Laura Itzel Domart