La historia del obispo desaparecido

BAJO SOSPECHA 

Bibiana Belsasso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bibiana Belsasso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La semana pasada el obispo emérito de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, estuvo desaparecido un par de días.

El caso tiene muchas contradicciones, pero este fin de semana antes de abandonar el hospital donde se recuperó, rindió una breve declaración sin entrar en detalles de lo sucedido.

Aseguró que salió de su casa en el municipio de Jiutepec, Morelos, con rumbo al estado de Guerrero. Se detuvo a comprar una bebida en una tienda de conveniencia y que alguien le dio una bebida, el obispo asegura que ahí perdió el conocimiento.

Muchas drogas para perder la voluntad, efectivamente se diluyen en bebidas, pero esta declaración según el propio abogado del obispo, Luis Gasca, no arroja mayores datos, pero ya está en manos de la Fiscalía   de Morelos.

De los primeros datos que llaman la atención, es que el obispo salió solo de su casa, cuando normalmente y sobre todo si pretendía ir a Chilpancingo, casi siempre lo hace acompañado de un chofer. Sobre todo después de las amenazas que ya había recibido el obispo por grupos del crimen organizado.

En cuanto se supo que se había perdido rastro de Rangel Mendoza, la CEM emitió un comunicado en el que informaba que ya existía una carpeta de investigación ante la Fiscalía Especializada en Desaparición Forzada de Personas y Cometidas por Particulares. Además, pedía a los secuestradores considerar que por “su delicado estado de salud, le permitan tomar de manera adecuada y oportuna los medicamentos que requiere para su bienestar”.

Para el lunes 29 de abril, las autoridades comenzaron a actuar. La Secretaría de Seguridad Pública de Guerrero implementó un operativo de búsqueda en la zona que colinda con el estado de Morelos.

Y la tarde de ese día, la Fiscalía de Morelos informó que el obispo había sido localizado en el Hospital General Dr. José G. Parrés de Cuernavaca, Morelos.

El obispo había llegado al hospital desde una noche antes muy desorientado, pero no se conocía en ese momento su identidad. Había sido encontrado en el motel Real de Ocotepec por una señora que, aparentemente, era la de limpieza y que cuando no le respondieron la puerta, entró y se encontró a un hombre semiinconsciente y que llamaron a la ambulancia.

“Hasta donde sabemos, entró voluntariamente al motel con una persona del mismo sexo, esa persona después se retiró, pero es todo lo que sabemos, porque no sé, nos fuimos a pedir información, pero no, ya había llegado la Fiscalía y no nos permitieron”, fueron algunas declaraciones de funcionarios estatales.

Al descubrir que el hombre que se encontraba en el hospital público de Cuernavaca era el obispo, fue trasladado a un hospital privado.

Se le aplicaron los exámenes toxicológicos para ver qué sustancies tenía en el organismo y se le encontró sildenafil, mejor conocido como viagra.

Tregua con los Ardillos

EL FISCAL de Justicia de Morelos, Uriel Carmona Gándara, visitó al obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel, en el Hospital General Dr. José G. Parres, el pasado 29 de abril.
EL FISCAL de Justicia de Morelos, Uriel Carmona Gándara, visitó al obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel, en el Hospital General Dr. José G. Parres, el pasado 29 de abril.Foto: Cuartoscuro

Pero sobre todo otras drogas que son utilizadas para que se pierda el conocimiento y la voluntad como son las benzodiazepinas que además son sedantes y también tenía rastros de cocaína.

Evidentemente al obispo sí le robaron sus pertenencias y lo dejaron en el motel adormecido.  Este tipo de drogas son conocidas porque son las que utilizan en muchos casos para que la gente pierda la voluntad y los puedan robar o violar.

Se hicieron dos retiros bancarios de la tarjeta de Rangel, detectaron dos retiros de dinero el sábado, uno en la mañana y otro en la tarde-noche, todo parece ser que el retiro hecho en la mañana sí lo realizó el obispo, pero algo muy raro pasa, porque no hay ni testigos, ni videos de las cámaras de videovigilancia.

Se ha dicho que estos videos, tanto de los bancos- como los del motel, están en manos de la Fiscalía de Morelos, pero no hay información oficial hasta ahora.

De las primeras declaraciones del fiscal de Morelos, Uriel Carmona, aseguró que la primera línea de investigación fue un supuesto secuestro exprés para despojarlo de su dinero, pero que iban a esperar a que Rangel Mendoza se recuperara para que rindiera su declaración.

La CEM emitió otro comunicado donde le pidió a la población y autoridades evitar conjeturas y especulaciones sobre la desaparición de Rangel Mendoza, “tomando en cuenta la dignidad humana”.

En medio de todas estas investigaciones y especulaciones se dio a conocer que el obispo había recibido amenazas antes de su desaparición.

Desde hace meses se sabía que el clérigo había tenido contacto con un grupo criminal en Chilpancingo llamado Los Ardillos, se había dicho que el obispo buscaba alcanzar una tregua entre los grupos criminales que se disputan las regiones del estado de Guerrero.

Muy probablemente tenía buenas intenciones el obispo, pero en esos intentos de pacificar la zona, su vida estaba en peligro, ya que una reunión entre obispos y líderes criminales no salió bien.

En otra ocasión, exculpó al grupo criminal Los Ardillos del asesinato de 10 hombres nahuas de la comunidad Alcozán, en el municipio de Chilapa, que integran un grupo musical y a quienes masacraron el 17 de enero de 2020.

Luego de que se difundiera esa noticia, Rangel Mendoza declaró a los medios que se había reunido con Los Ardillos, quienes dominan la montaña baja de Guerrero y es liderado por los hermanos Ortega Jiménez, para saber del tema, pero que simplemente le dijeron que ellos no fueron.

También sostuvo diferencias con autoridades, a quienes criticó la poca contundencia de los operativos de seguridad.

Su mayor controversia fue en febrero pasado, cuando anunció que miembros de la Iglesia habían logrado una supuesta tregua entre los grupos criminales de Los Tlacos y Los Ardillos, con la que se detendrían los ataques y asesinatos contra choferes del transporte público de Chilpancingo.

Apenas, a mediados de abril, había criticado la promoción de la Santa Muerte en una playera que apoyaba la gestión del Presidente López Obrador.

Los cuestionamientos que tienen que resolver las autoridades son muchas: ¿Entró voluntariamente el obispo al motel o ya tenía efectos de los sedantes? Ante las amenazas ¿le pusieron una trampa grupos contrarios a quien él ha apoyado y cayó? ¿Realmente se lo llevaron para asaltarlo y por eso lo drogaron? ¿Quién está detrás de esta desaparición? ¿A quién están protegiendo sin liberar los videos? ¿Quién entró con él al motel?

Hoy hay más preguntas que respuestas. Esta historia definitivamente todavía no termina.