La guerra llega a Rafah

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La esperanza de alcanzar la paz en Gaza es cada vez más remota. Con el entorpecimiento de los diálogos en pro de un alto al fuego temporal en los últimos días, la ansiada pausa por razones humanitarias se antoja lejana. Israel alega que Hamas debe flexibilizar su posición, mientras Hamas apunta a que Israel no se compromete a un cese al fuego definitivo.

Ante esta situación, Israel ha optado por anunciar una ofensiva en Rafah, advirtiéndole a la población civil que evacúe inmediatamente una ciudad en la que se refugian más de un millón de palestinos.

Israel intenta con esta maniobra mostrar su inquebrantable decisión de acabar con Hamas, lo que dinamita cualquier intento por alcanzar un cese al fuego negociado. Rafah, una ciudad al sur de Gaza, es la última opción que tiene la población para encontrar refugio dentro de Gaza, que al estar cercada deja virtualmente atrapados a sus pobladores sin una opción real de evacuación. Una ofensiva sobre esta ciudad terminaría en tragedia y traería muerte, destrucción y hambre a todo el territorio ocupado.

Esta decisión la toma Benjamin Netanyahu sin el apoyo de sus aliados internacionales. Un cuidadoso Estados Unidos se ha manifestado “escéptico” ante esta maniobra, mientras que países europeos y organismos internacionales se han declarado francamente en contra de esta incursión. Francia incluso alzó la voz recordando que el desplazamiento forzoso de una población civil constituye un crimen de guerra frente al derecho internacional. Sin embargo, el primer ministro de Israel parece no escuchar consejo y anima a sus tropas para continuar con la ofensiva amparado en que dicho derecho no es aplicable mientras no se reconozca a Palestina como un Estado en toda forma.

Netanyahu juega con fuego y está apostando el todo por el todo. Su gobierno está tomando una deriva autoritaria que levanta objeciones incluso dentro de sus propias fronteras. Como muestra de su decisión y mano dura, ha mandado cerrar las instalaciones y portales digitales del canal de noticias Al Jazeera, por identificarlo como un portavoz de Hamas. Este movimiento es controvertido al ir en contra de la libertad de expresión de un emisor reconocido internacionalmente.

Aunque la mesa de diálogo no se ha levantado formalmente, los signos apuntan a que no se logrará el ansiado alto al fuego por razones humanitarias. Ambos bandos están enfrascados en posiciones irreconciliables que ponen en medio a la población palestina. Mientras tanto, decenas de civiles pierden la vida a diario en una región que ahora es prácticamente inhabitable.

La suerte está echada. Rafah se prepara para la incursión del ejército y la gente, aterrorizada y acorralada, está atrapada en esta espiral de odio que no parece tener fin.