Bolsonaro y la trama del golpe

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Mientras más se investiga y publica más salen a la luz detalles del intento de golpe de Estado de Jair Bolsonaro, en 2022, con el propósito de reelegirse e impedir la llegada de Lula da Silva al poder.

De acuerdo con una investigación en curso en Brasil y varias notas del New York Times, Bolsonaro y su Ministro de Defensa, Paulo Sérgio Nogueira, habrían diseñado todo un plan para arrestar a miembros del Tribunal Supremo y acusarlos de fraude electoral.

La idea era invalidar las elecciones luego de los arrestos y asegurar la permanencia de Bolsonaro en el poder. Toda la narrativa sobre la desconfianza en el sistema electoral brasileño, sostenida por el presidente y sus medios afines desde el verano de 2022, habría encontrado un desenlace propicio en la apertura de un caso contra el poder judicial y las autoridades electorales.

Las investigaciones contra Bolsonaro, que encabeza el juez Alexandre de Moraes, revelan una exhaustiva planificación que no llegó a término más por falta de coordinación que de acuerdo interno. Las similitudes con el asalto de los trumpistas al Capitolio parecen más superficiales ahora, aunque siguen compartiendo la misma recurrencia a la postverdad y el malestar democrático.

Los detalles más recientemente conocidos sobre aquellos días incluyen un intento de asilo de Bolsonaro en la embajada de Hungría, en febrero de este año, en busca de protección por parte del gobierno de Viktor Orban. Ya entonces, a Bolsonaro le habían retenido el pasaporte, para evitar una fuga en medio de la investigación, y el asilo en la embajada húngara habría derivado en un costoso diferendo diplomático.

El proyecto reafirma, una vez más, la poderosa conexión de Bolsonaro y la nueva derecha brasileña con la red global del ultraconservadurismo, que incluye a Donald Trump, Santiago Abascal y Vox en España, Marine Le Pen y Marion Maréchal en Francia, Viktor Orban en Hungría, Matteo Salvini en Italia y, más recientemente, Nayib Bukele en El Salvador y Javier Milei en Argentina. En todos esos liderazgos y movimientos se comparte un parecido diagnóstico sobre el ocaso del régimen democrático.

La defensa de Bolsonaro ha respondido que lo del asilo político en la embajada húngara parece una película de ciencia ficción, pero reconoce que la visita del mandatario a la sede diplomática respondió a la voluntad “de actualizar los escenarios políticos de Brasil y Hungría” con “innumerables autoridades de un país amigo”.

La declaración es más que suficiente para colegir una intimidad geopolítica profunda e inferir un tipo de coordinación global, semejante al que tiene lugar en redes internacionales de las izquierdas autoritarias, donde gobiernos como los de Rusia, Irán, Venezuela y Cuba tienen una larguísima experiencia de colaboración. A la hora de la conspiración transnacional son cada vez más superfluas las diferencias entre las izquierdas y las derechas con diversos grados de vocación autocrática.