Jorge Añorve

Agua: el cambio viene en la CDMX

HORIZONTE ESTRATÉGICO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Para nadie es un secreto que el acceso a servicios básicos es el pilar fundamental de la resiliencia urbana y cuando una ciudad los garantiza, fortalece su tejido social y se convierte en potenciador del desarrollo económico. La CEPAL ha venido subrayando, a través de varios informes, que garantizar servicios básicos, como el acceso al agua, es crucial para la transformación económica en América Latina.

El suministro de agua emerge como una piedra angular en la ciudad, no solo por su impacto directo en la economía, sino también por su capacidad para impulsar la innovación y el desarrollo. Alcanzar la universalización y mejorar el acceso, la calidad y la eficiencia de los servicios de agua potable y saneamiento, incluido el tratamiento de aguas residuales, requiere una inversión anual del 1,3% del PIB regional durante una década. Esta inversión no solo asegura la sostenibilidad de nuestros recursos hídricos, sino que también sienta las bases para un crecimiento económico y equitativo en el largo plazo.

Sin embargo, mientras otras ciudades avanzan hacia la sostenibilidad hídrica, la Ciudad de México enfrenta desafíos. Con un déficit del 20% en el suministro de agua y un Sistema Cutzamala operando al 37% de su capacidad, la situación es alarmante. La ausencia de medidas efectivas para el reciclaje del agua y la adopción de tecnologías modernas agravan la crisis.

La administración actual ha sido negligente, permitiendo la extracción descontrolada de agua subterránea y la falta de regulación sobre fugas, lo que compromete la calidad y disponibilidad del agua.

Frente a la falta de claridad por parte de sus opositores, Taboada impulsa políticas de conservación más rigurosas, como la reparación de fugas, ya que casi el 40% del agua de la ciudad se pierde por esta vía; la instalación de sistemas de captación de lluvia, tal como lo hizo en la alcaldía con más de 24 millones de litros de agua captada; y el tratamiento de toda el agua proveniente de actividades domésticas en la ciudad para que sea potable y pueda ser reutilizada.

El camino a seguir es igualar a grandes ciudades como Dubai, que durante más de cinco décadas, ha puesto en marcha con resultados satisfactorios, el programa de recuperación de agua, crucial para la gestión ecológica de la ciudad. Con una tasa de reutilización del 90%, Dubái ha disminuido su dependencia del agua, con miras a alcanzar el 100% de agua reciclada para 2030.

El futuro de la Ciudad de México necesita una planeación sin ambigüedades de ejecución. El plan para solucionar la crisis hídrica debe de pasar de la retórica a la acción con medidas claras y transparentes que garanticen un suministro adecuado de agua y crecimiento a futuro.

El no abordar de manera urgente esta crisis pone en riesgo la competitividad económica de la ciudad y su capacidad para atraer inversiones. El liderazgo de Taboada ofrece un rumbo

claro hacia la solución de este problema, posicionándose como la opción ideal para un cambio real.