La homofobia, una enfermedad que sí tiene cura

La homofobia, una enfermedad que sí tiene cura
Por:
  • jacqueline tapia

Este 17 de mayo, Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, las personas que padecen esta enfermedad deben saber que tiene cura y que no tienen que vivir con este mal, que daña terriblemente a las familias y a la sociedad.

La fobia es el temor intenso e irracional, de carácter enfermizo, hacia una persona y/o el odio o antipatía intensa por alguien; mientras que la homosexualidad es el amor y la atracción física entre personas del mismo sexo. Entonces entendemos por homofobia el odio y/o el miedo que alguien tiene hacia las personas homosexuales, gay, lesbianas, bisexuales, intersexuales y trasvestis, a la que se suma también la transfobia, es decir, el odio y/o miedo  a las personas cuya identidad de género que les designaron al nacer no es con la que se identifican.

Es curioso como a veces las conductas humanas pierden su foco real, ya que mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que las personas homosexuales y transgénero/transexuales no padecen ninguna enfermedad, hay una serie de intentos sociales, culturales y de creencias religiosas que insisten en que están enfermas e, incluso, afirman tener el remedio para la enfermedad. Y digo que es curioso porque, por otro lado, la misma OMS reconoce como enfermedad a las fobias y las coloca dentro de la clasificación de los trastornos mentales y del comportamiento. Muchos y diversos son sus tratamientos, además que tienen un alto índice de recuperación, pues no hay nada más irracional que el miedo o el odio a una persona por su forma de amar, pero poca difusión se le hace a la posibilidad de cura y se cree que padecerla es normal.

La enfermedad de la homofobia desafortunadamente ha causado muchas muertes a lo largo de la historia de la humanidad, que incluso se han convertido en políticas de estado homofóbicas, como podemos ver en países de Medio Oriente y de África, donde se dan los números más altos en el planeta de crímenes contra personas homosexuales o trans, pues consideran la pena de muerte, la aplicación de castigos corporales y/o la cadena perpetua.

Por supuesto que en estos países no se lleva ningún registro estadístico, como se hace en México, y pasan invisibilizados en la contabilidad mundial, sin siquiera ser mencionados por sus terribles crímenes. Mientras que aquellos que reconocen los asesinatos de odio en sus códigos penales se llevan los primeros lugares.

En nuestro país aún no estamos en el lugar que quisiéramos. Sin embargo, lo logrado ha dignificado la vida de muchas personas de la diversidad sexual y de género, lo que coloca a muchas entidades federativas como espacios incluyentes; pero aún tenemos una deuda pendiente. Y es que mientras no se reconozcan como torturas las prácticas que buscan corregir la homosexualidad e incluso se permitan, violentando el derecho que tenemos de construir nuestra personalidad y de amar a quien cada quien desee, seguiremos fomentando las  expresiones y conductas homofóbicas.

Por lo pronto, y para fines del 17 de mayo, la buena noticia es que las personas que padecen la terrible enfermedad de la homofobia se pueden curar. Y hasta en una de ésas, se suma este mal al catálogo de los servicios básicos de salud que brinda el Estado.