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NI UN HOMBRE MÁS que nos ataque

ENFOQUE MANUAL

Laura Garza
 *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Ella es Rebecca Cheptegei, atleta y corredora que usted puede ver en la fotografía que hoy les comparto en este espacio.

Ella va al centro del encuadre, portando su top del país de Uganda durante el maratón en el Mundial de Atletismo de 2023. Considerada una de las maratonistas más rápidas de todos los tiempos en su país.

Llegó al atletismo en su adolescencia, y a los 19 años ya corría carreras de madia distancia, y fue ganándose su lugar. Compitió y ganó en Alemania, en España, Italia, Tailandia y Abhu Dabhu.

Recién participó en el maratón de los Juegos Olímpicos en París quedando en el número 44 con un tiempo de 2:32:14.

Era mujer, tenía dos hijas de un primer matrimonio, era el sostén de su familia y se había comprado un terreno en donde construyó su casa cerca de la frontera de Uganda, en donde también entrenaba.

Ella, Rebecca tenía 33 años y corría como parte de su vida, de sus retos, de sus conquistas personales, y estoy segura que también lo hacía con la motivación de ser un ejemplo para sus hijas.

Porque crecer en su país, no es de muchas oportunidades ni de derechos para la mujer. En un país en donde no hay agentes de policía para denunciar cualquier tipo de violencia, todo es permitido. Los matrimonios no están regulados, es decir no hay reglamento penal que las defienda de cualquier tipo de violencia.

Tampoco pueden acceder a una buena educación o un trabajo remunerado. Un país en donde más de la mitad de las mujeres han sido víctima de violencia, y no lo digo yo, lo dice la ONU y distintas organizaciones.

Me queda claro como madre, que corría por ellas.

A Rebecca le tocó ser parte de esa estadística, por supuesto quizá desde antes, pero esta sería su última.

El domingo pasado su pareja Dickson Marangach, llegó a su casa sabiendo que ella y sus hijas estaban en la Iglesia. Las esperó con 5 litros de gasolina en mano, y a la hora de encontrarlas le roció y le prendió fuego.

Sí, frente a sus hijas. Rebecca Chaptegei se quemó de pies a cabeza, sufrió quemaduras en más del 80% de su cuerpo.

Ella, la misma que tenía poco tiempo de haber vuelto de competir en París, de mostrarle a sus hijas y a sus padres que sí se podían cumplir sueños.

Le pido que vuelva a mirar la foto, Rebecca iba corriendo mirando el piso para saber dónde y cómo pisar, como una manera de ver la vida, mirar hacia adelante pero haciéndolo bien para saber qué paso dar. Su compañera de la derecha no se imaginaba ni por un segundo que pudiera no correr más con ella.

Rebecca Cheptegei, atleta y corredora.Foto: REUTERS/Dylan Martinez/File Photo

Y lo que me lleva a pensar en esta foto y en el trágico final de Rebecca, es si todas estas mujeres a su alrededor lo hubieran podido saber, estoy segura que todas la defenderían. Hombro a hombro, zancada por zancada.

Después de cuatro días de lucha en el hospital, Rebecca murió este jueves por la mañana.

Nosotros a mucha distancia del país africano, quizá lejanos al deporte, tomamos fotos sin saber qué haremos después con ellas. Creemos que la memoria se llena con fotos de la familia, de los amigos y de nosotros mismos y de vez en vez borramos todo.

Pero las fotos se convierten en nuestras pisadas, en nuestros caminos recorridos y en donde, tarde, quizá muy tarde nos conozcan personas de países tan lejanos que jamás hubiéramos pensado en coincidir.

Así hoy con Rebecca Chaptegei, mirándola haciendo lo que le apasionaba y que lo hacía como un ejemplo de mujer para su familia.

Ojalá el lema fuera NI UNO MÁS, sí, NI UN HOMBRE MÁS que nos ataque, que nos violente y que nos mate, porque nosotras ya hemos sufrido y perdido bastante.