El espacio público de la Ciudad de México se renueva constantemente en gran parte por el desarrollo urbano, pero también por el interés de autoridades y artistas en acercar la cultura a las masas.
Seres alados, figuras surrealistas y hombres bonachones han sido los protagonistas de instalaciones al aire libre, que sorprenden a quienes se topan con ellas en el acto flâneur de vagar por las calles de la capital.
Por ello 2017 podría catalogarse como el año en que la cultura invadió los puntos más emblemáticos de la Ciudad de México, entre ellos, la Alameda Central y la explanada del Palacio de Bellas Artes.
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Uno de los personajes que se ha ganado el corazón de los mexicanos es Timoteo, o simplemente Timo, como le gusta llamarlo su creador, el artista plástico Rodrigo de la Sierra. El personaje, con rasgos reflexivos y a la vez afables ,y que permite al espectador cuestionarse sobre su realidad, llegó en julio a la Alameda Central, para convertirse en un transeúnte más de la avenida Juárez.
Fue con la exposición Timoteo entre la gente, que De la Sierra acercó 15 de sus piezas monumentales, incluyendo El Vigilante (que fue prestado por el Senado), a los capitalinos.
Otro de los que ha impactado a la sociedad con sus esculturas es Jorge Marín, considerado uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo figurativo en México, ya que ha conjugado en su obra seres alados, figuras humanas que esconden su verdadero rostro tras una máscara y seres mitológicos como los centauros y los ángeles.
Sin embargo en esta ocasión intervino la explanada del Palacio de Bellas Artes con El ruido generado por el choque de los cuerpos, una pieza que si bien tiene elementos de su iconografía, se distancia de las creaciones habituales del artista y llega al espacio para llevar a los paseantes a un escenario surrealista... sin salir de la ciudad.