Recordar a las hermanas Mirabal

25N: Cada vez somos más y estamos en todos lados

Sin dejarme arrastrar por un falso optimismo, las conmemoraciones sí sirven de algo; una buena parte de sociedad sigue sin comprender el lugar de la mujer

Mujeres se manifestaron hoy frente a Palacio Nacional para exigirle al gobierno federal emprenda acciones en contra de la violencia de género y para detener los feminicidios. Cuartoscuro

A pesar de haberse oficializado 34 años después del asesinato de las hermanas Mirabal, el 25 de noviembre de 1960, (Resolución 48/104. Organización de las Naciones Unidas), el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia en Contra de la Mujer continúa tejiéndose entre marchas, exigencias, promesas y sueños de cambio.

Sé que existe quien rebata lo recién afirmado y que lo perciba como una exageración. No lo es. Claro que hay cambios, me responden de manera superficial. ¿Qué no ves?, cuestionan retándome, sin permitirme responder: las mujeres ya tienen más oportunidades, se han hecho un lugar, cada vez son más poderosas, hasta mi jefa es mujer, sostienen extrañados, como si el hecho mismo de la existencia de una mujer jefe, fuera algo excepcional.

La realidad es que, a pesar de la capacidad reguladora de la legislación y los mecanismos que identifican y tipifican la violencia de género y atienden el maltrato psicológico, las violaciones conyugales, la privación arbitraria de la libertad y que por supuesto, intentan prevenir el feminicidio; una buena parte de sociedad sigue sin comprender el lugar de la mujer y continúa supeditada a principios y actitudes desiguales y machistas que no hacen más que validar las descargas de odio y frustración en contra de esposas, sobrinas, abuelas, novias y madres. Es como si las agresiones fueran un derecho masculino, parte de un acuerdo implícito entre opresores y oprimidos.

Sin dejarme arrastrar por un falso optimismo, aprovecho este espacio para subrayar que las conmemoraciones sí sirven de algo. Como sociedad, nos hace bien recordar a las hermanas Mirabal, brutalmente asesinadas por ser mujeres y luchar por sus derechos contra el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. También nos beneficia saber más de los casos de Mariana Lima Buendía, de Lesvy Osorio o de la niña Renata Martinely. Debemos mirar de cerca las verdades más dolorosas, cómo lo sucedido durante el mes de abril de 2020, cuando fueron víctimas de feminicidio más de once mujeres cada día, en pleno confinamiento a causa del COVID19.

Tras lo recién dicho, resulta muy grato enterarse y difundir cada esfuerzo, por más mínimo que éste sea. Aunque sea poco a poco, todo opera a favor de la construcción de un nuevo entendimiento. Me motivó escuchar que en la ya célebre y muy visitada Expo 2020 de Dubái, el Pabellón de México quedó recubierto en su totalidad por la obra Tejedoras de lazos, una instalación multicolor realizada por más de cien artesanas de Etzatlán, Jalisco. El discurso oficial nos dice que la pieza fue dirigida e intervenida por las artesanas y la artista plástica Betsabeé Romero, con el propósito de materializar la unión, los lazos, y la mexicanísima y tradicional simbiosis entre naturaleza, hombre y cosmos. Todo para que México exhiba su potencial ante el mundo.

Obra Tejedoras de historia, en Dubái.

No puedo negar que el objetivo sea loable y que esté muy alineado a la comunicación prehispanista que hoy se busca potenciar. De lo que sí esto segura es que la decisión curatorial fue un tanto más amplia: el sólo hecho de haber convocado a más de cien artesanas y validar un oficio que tiende a ser femenino, reivindica. Fortalece. Otorga dignidad. No cabe duda que México se teje a partir del pulso de sus habitantes y de éstos, el 51 por ciento somos mujeres.

Las artesanas de Etzatlán tejieron sus historias, su duelo y sufrimientos. También sus evocaciones. En una marcha silente y laboriosa, las representantes de México le muestran al mundo su dolor e hilan esperanzas de colores.

Para ver la Resolución 48/104 haz clic aquí.

AG

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