Ayudó a preservar la cinematografía

El regalo de un cuadro y las cintas que “contrabandeó”

Silvia Pinal protegió un legado cultural cuando en 1961 rescató el filme Viridiana de la hoguera franquista; sus memorias evocan historias de obras relevantes como una pintura de Rivera

La actriz Silvia Pinal y el pintor Diego Rivera, en el Museo Casa Estudio Diego Rivera, en 1956. Foto: Héctor García, Instagram silvia.pinal.h e IMDB.

Hay un dicho erróneo que muchos acostumbran pensar: “Qué pena vivir para morir”. Mujeres como Silvia Pinal, tan gozosa de la vida, lo aplicaron al revés: “Qué alegría vivir, porque un día nos vamos a morir”.

Silvia Pinal tuvo un vida que aprovechó con pasión, amó a su manera, filmó las películas que quiso y hasta con el director de cine que admiraba. Y además de inmortalizarse en los filmes, la diva quedó plasmada en un cuadro de Diego Rivera. Musa en el cine y la pintura. Amiga de gigantes como Mario Moreno Cantinflas, padrino de bodas en su enlace con Rafael Banquells, o de Pedro Infante, quien hizo todo por conquistarla, pero no lo logró.

¿Y cómo una vida extraordinaria y longeva no podía ir acompañada de experiencias poco usuales para los mortales?

La historia narra que en 1954, una joven Silvia Pinal conoció al ya encumbrado en fama y reconocimiento Diego Rivera. Fiel a su fama de donjuán, dicen que el célebre artista quedó prendando con su belleza, pero la diva estuvo fuera del alcance del gran sapo rana.

La protagonista de Viridiana con el actor Francisco Rabal, en 1961, en Cannes. ı Foto: Héctor García, Instagram silvia.pinal.h e IMDB.

Por la misma Silvia se sabe que los presentó Manuel Rosen Morrison, el arquitecto que le diseñó su hermosa casa del Pedregal (protagonista de otro filme de la actriz) para que le solicitara al artista que la pintara, pero ella dudaba si con lo prestigiado que ya era, el dinero que ganaba le alcanzaba para pagarle.

Se dice que Diego Rivera quería pintarla desnuda, pero eran otros tiempos y la diva se negó, a cambio, posó para él durante tres meses debajo de un elegante y entallado vestido negro del diseñador mexicano Tao Itzé, quien vestía a las famosas de esa época.

Poco después, un 3 de noviembre y en el día de su santo, el muralista le regaló el cuadro que, según expertos hoy, valdría más de tres millones de dólares. Silvia comenzaba su propia leyenda.

Quisieron quemar las cintas, pero no lo permití. Le dije a don Luis (Buñuel) que para nosotros, los que amamos el cine, Viridiana era un regalo invaluable
Silvia Pinal, Actriz y productora

Las memorias de Silvia Pinal, históricas y culturales evocan la nostalgia de un México que ya no existe. ¡Cuántas historias detrás de un cuadro, un libro, una película!

La misma España le debe a Silvia Pinal haber rescatado de la hoguera del franquismo la película Viridiana, de Luis Buñuel, por ser considerada blasfema y sacrílega.

Apasionada del arte y la libertad de creación, luego de que la cinta se exhibiera en Francia en 1961, Silvia hasta de contrabandista la hizo, pues ideó el plan de guardar los negativos entre los pliegues de su abrigo y así volar hacia México, donde con la ayuda de Salvador Novo, también pudo librar las críticas del Vaticano que se negaba a que la película fuera proyectada.

Cartel publicitario del filme Viridiana, de Luis Buñuel. ı Foto: Héctor García, Instagram silvia.pinal.h e IMDB.

La película Viridiana, irónicamente, le dio a España la única Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes que tiene en su haber.

¡Ah, Viridiana! Le diste a nuestra diva mexicana una consagración actoral en Europa y el nombre de una hija que tanto amó y a la que lloró, luego de perderla en un trágico accidente de auto en octubre del año 1982.

Se dice que detrás del nombre Viridiana existe una maldición para la dinastía Pinal, pues más tarde una nieta de Silvia que llevaba el mismo nombre también murió de forma trágica.

Y yo seguía pensando... es Rivera, Silvia, es Rivera... ¿aceptará que le pague en abonos? Ay, Dios, ¿cuánto me va a a cobrar, cuánto costará? (el cuadro)
Silvia Pinal, Actriz y productora

Pero Silvia sabía que era la vida que da y quita, como sus personajes: una Carmelita que enamoró a Tin Tan, una Lázara entre las tropas de Villa, la caprichosa Mané que se quedó con Pedro Infante, la adorable tía Mame; como la mujer real, de carne y hueso, la diva, la madre, Silvia Pinal, gozosa de existir hasta el último aliento y agradecida de lo vivido.