El fin de una época de glamour y gloria en México, el de las grandes divas de inigualable belleza y talento. Falleció ayer a los 93 años la última diva de nuestro país, Silvia Pinal, una artista multifacética que dejó huella en el cine, la televisión y el teatro, además de defender causas sociales e incidir en políticas que beneficiaron al mundo del espectáculo. Como lo merece, en grande, se le despedirá el próximo sábado en el Palacio de Bellas Artes.
Después de estar una semana hospitalizada al sur de la Ciudad de México, a las 17:50 se informó su muerte. Una infección en las vías urinarias la mantuvo internada, pero con el paso de los días su salud empeoró y uno de sus pulmones se vio afectado. Incluso por la mañana, el pronóstico no era nada alentador, el cantante Enrique Guzmán, quien fue su esposo, al salir del lugar señaló que la estrella de la Época del cine de oro mexicano recibía cuidados paliativos: “A ella le gusta tanto la vida que no se quiere ir”, dijo con un semblante desencajado ante los medios que llevaban días haciendo guardia.
Alrededor de las 19:00 horas entró a Médica Sur una lujosa carroza de época, modelo 1928, que trasladó el cuerpo de Silvia Pinal a la funeraria J. García López, en El Pedregal, Ciudad de México.
El recorrido fue en medio de todo un operativo en el que fue necesario abrir paso al auto, pues los medios de comunicación se arremolinaban para tener imágenes del momento.
Al darse a conocer la noticia, inmediatamente las redes sociales se llenaron de despedidas para quien fue un ícono para el país. En el Senado de la República, el presidente de la Mesa Directiva, Gerardo Fernández Noroña, solicitó un minuto de silencio y un minuto de aplausos en memoria de la reconocida actriz. En el Congreso de la Ciudad de México también los legisladores guardaron un minuto de silencio para honrarla.
Tu ausencia me dolerá por siempre, pero cada recuerdo tuyo me dará la fuerza para seguir adelante, y mientras vivas en mi corazón, siempre podré sentir que sigues conmigo. Te amaré por siempre mamá. Descansa en Paz Silvia PinalSylvia Pasquel, Actriz
Sylvia Pasquel, hija de la diva de México, expresó su tristeza en sus redes sociales y dedicó un emotivo mensaje: “Tu ausencia me dolerá por siempre, pero cada recuerdo tuyo me dará la fuerza para seguir adelante, y mientras vivas en mi corazón, siempre podré sentir que sigues conmigo. Te amaré por siempre mamá”.
La Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo resaltó la admiración que le tienen los mexicanos. “Lamentamos el fallecimiento de la primera actriz Silvia Pinal Hidalgo, cuyo talento cinematográfico y teatral es parte de la memoria cultural de México. Muchas generaciones de mexicanas y mexicanos crecimos admirándola. Nuestras sinceras condolencias a sus familiares y amigos”, escribió en su cuenta de X.
Esa admiración se reflejó en un taxista que llevó un enorme arreglo floral a la funeraria donde se velan los restos de Silvia Pinal. También arribaron algunos fans: “Silvia, te voy a extrañar mucho”, se leía en una cartulina rosa.
La despedida será a puerta cerrada, con amigos y seres queridos de la artista, se espera que hoy trasladen los restos a su residencia en El Pedregal, donde se prevé que le hagan una misa privada.
Lamentamos el fallecimiento de la primera actriz Silvia Pinal Hidalgo, cuyo talento cinematográfico y teatral es parte de la memoria cultural de México. Muchas generaciones de mexicanas y mexicanos crecimos admirándola. Nuestras sinceras condolencias a sus familiares y amigosClaudia Sheinbaum Pardo, Presidenta
El legado de Silvia Pinal es inigualable, para Claudia Curiel de Icaza, secretaria de Cultura federal, el fallecimiento de la última diva representa el fin de una época: “Culmina una era de gloria para el teatro, el cine y la televisión. Fue una intérprete en muchísimos formatos, una productora incansable. Dejó un legado muy importante por una sólida y larga trayectoria. Trabajó con los grandes de la Época del cine de oro mexicano, pero también directores emblemáticos como Buñuel, con la trilogía icónica que hicieron (Viridiana, Simón del desierto y El ángel exterminador), donde se dio a conocer a la actriz y a gran parte de la cultura mexicana en el mundo”, dijo a La Razón.
La funcionaria también recordó la importancia que tuvo la actriz para las mujeres: “Fue una mujer moderna que trabajó de manera incansable, versátil porque no sólo fue actriz, también fue muy sensible a las problemáticas de la mujer, hizo el programa (Mujer, casos de la vida real)”, externó.
Lo anterior se refleja con Silvia Pinal como matriarca de una talentosa dinastía conformada por la actriz Sylvia Pasquel, la cantante Alejandra Guzmán, la vocalista y actriz Stephanie Salas y la influencer y empresaria Michelle Salas. Mujeres que son un referente.
Mi admirada y amada Silvia Pinal. Siento que te quedas por siempre con todos quienes te hemos admirado desde que tenemos memoria. Eres de mis grandes actrices favoritas de la vida. Siento que haber compartido escena contigo sucedió hace muy poco, te aprendí todo lo que pude. Te abracé y te disfruté tanto durante tantos días, me siento muy afortunada de haber estado cerca de ti durante nuestras grabaciones. Gracias por tu talento, por ser la gran diva de este país, por dejar un legado inigualable en cada uno de tus proyectosLucero, Actriz y cantante
“Son mujeres que pusieron el ejemplo, es un linaje de mujeres valientes y con autonomía al abrirse camino en sus propios proyectos, al producir, al crear sus propias fuentes de trabajo, al transgredir de alguna manera lo que socialmente se establece para las mujeres. Son el único linaje todoterreno, que ha logrado dejar una huella tan importante dentro de la historia artística y cultural de nuestro país”, dijo a este diario la actriz Vanessa Bauche.
Otra faceta importante de Silvia Pinal fue su paso por la política, como diputada por Tlaxcala, senadora y legisladora de la entonces Asamblea Legislativa de la Ciudad de México.
“Legó la primera Ley de Espectáculos Públicos en la ciudad cuando fue legisladora. Era una mujer con una vocación importante social, con un incansable legado. Es la última diva, culmina una época sin duda”, resaltó Curiel de Icaza.
El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) lamenta el sensible deceso de Silvia Pinal, diva de la época de oro del cine mexicano, quien deja un legado indiscutible en el teatro, en el cine de arte mundial y en grandes musicales. También será recordada por su sensibilidad, bondad y humanismoInstituto Nacional de Bellas Artes y Literatura
Mientras que Vanessa Bauche destacó: “Independientemente de su rol como lideresa sindical, tuvo un compromiso social con las causas. Siempre fue generosa, brindó espacios constantes de trabajo. Eso también habla mucho de ella, de su conciencia”.
Para rendirle homenaje a la diva de México, se alista el Palacio de Bellas Artes, que ha abierto sus puertas también a María Félix o Mario Moreno Cantinflas. El adiós colectivo será el próximo sábado a las 11:00 horas. Después, con fecha por confirmar, en la Cineteca Nacional se preparará una retrospectiva.
Nunca tuvo miedo a arriesgarse
Considerada como una de las actrices mexicanas más emblemáticas, quien trabajó al lado de artistas de la talla de Sara García, Pedro Infante, Joaquín Pardavé, Antonio Aguilar y Germán Valdés Tin Tan, y quien dio vida a personajes icónicos como Viridiana, Carmelita, Mané, fue “una mujer que nunca tuvo miedo de arriesgarse a hacer cualquier cosa en la pantalla grande, en la pantalla chica o en los escenarios teatrales”, destacó en entrevista con el diario La Razón Rafael Aviña, experto en cine e investigador.
“Realmente fue una mujer de empuje impresionante y algo de admirar es que ella debutó en el 48 y todavía en los años 70, o sea, 30 años después, seguía siendo la protagonista, la mujer bella, sensual, espectacular y eso pocas pocas mujeres lo logran”, continuó Aviña sobre una artista cuya imagen y nombre siguen, y seguirán, siendo reconocidos por varias generaciones como referentes de la cultura popular mexicana y como sinónimo de belleza.
Después de estudiar arte dramático en el INBA, hoy Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), donde tuvo como maestros a los inigualables Carlos Pellicer, Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, y de interpretar papeles secundarios en obras de teatro pequeñas, su primera oportunidad en el cine llegó en 1948.
El director Miguel Contreras Torres, la había visto actuar en teatro y la llamó para darle vida a Emilia, en Bamba una cinta que relata la historia de un hombre que enamora de una humilde vendedora de redes para pescar, pero su matrimonio con una mujer de posición económica alta genera grandes conflictos. Con tan sólo 17 años Silvia compartió debut con Tito Junco, Carmen Montejo, Andrés Soler y Víctor Manuel Mendoza, entre otros.
El experto comentó que la actriz sonorense protagonizó cerca de 80 películas en más de 50 años de carrera fílmica desde su debut en Bamba y El pecado de Laura, agregó que la activa vida artística de Silvia Pinal, con participación en el teatro, la televisión y las revistas de espectáculo, “la convirtieron en un rostro muy distinguible para el público y sus seguidores”, dijo Aviña.
No obstante, “Silvia fue mucho más que todo aquello, ella entró por la puerta más importante que existía en el México de los años 40 y 50, que era el cine, el mayor orgullo mexicano y una de las fuentes económicas fundamentales del país”, explicó el también periodista sobre el periodo de esplendor del séptimo arte de gran relevancia cultural.
Sin duda, la capacidad actoral de Silvia Pinal fue fundamental para que alcanzara el éxito mundial que logró. Rafael Aviña reconoció la habilidad de la estrella para adaptarse a las cintas rancheras, las películas urbanas, el cine de la Revolución, el melodrama cabaretero, el arrabal urbano, el drama social, la comedia citadina, etcétera.
Otras producciones consideradas como “bastante audaces” por el experto son Divinas palabras (1977), Las mariposas disecadas (1978) y en el extranjero Los cañones de San Sebastián (1968), donde compartió créditos con Anthony Quinn, y Shark (1969).
Por su parte, la actriz, conductora y activista Vanessa Bauche, quien trabajó con la icónica Silvia Pinal en Mujer: Casos de la vida real coincide con Rafael Acuña y comentó en entrevista a La Razón que Pinal la inspiró como actriz por ser multifacética. “Fue una mujer que lo mismo actuaba drama que comedia, tenía una picardía muy particular”, dijo la además productora.
Y recordó la épica actuación de Silvia Pinal y Pedro Infante en El Inocente: “Siempre voy a tener presente esas imágenes, me parece una película de una candidez y con muchos elementos que, lamentablemente, ya no se ven en nuestro cine”, consideró.
El filme fue dirigido por Rogelio A. González, en 1956 y aborda los problemas de una joven caprichosa proveniente de una familia acomodada, Mané, papel de Silvia Pinal y de Cruci, Pedro Infante.
“En comedia musical era un gozo el poder ver a una gran actriz con un gran actor, cantando, bailando, haciendo comedia, con una química extraordinaria. Esas luces ya no se ven”, resaltó Bauche sobre el talento de Silvia Pinal, una mujer que inspiró a generaciones de actrices.
Musa mexicana de Luis Buñuel
Silvia Pinal, la actriz clave en la crónica del cine mexicano no se conformó con las producciones fílmicas populares y comerciales en las que participó en la década de los 40/50. Sus pretensiones se asentaban a otras zonas del cine: “Soy la más ferviente admiradora de Luis Buñuel: no voy a descansar hasta llegar a formar parte del elenco de unas de sus cintas, aunque sea como extra”, declararía en revistas y periódicos de la época.
Junto a su marido, el productor Gustavo Alatriste, viaja a España, en la década de los sesenta, dispuesta de convencer al director de que la aceptara en una de sus producciones.
“La Pinal” consigue trabajar con Luis Buñuel en El Ángel exterminador (1962) y Simón del desierto (1965); pero, es en el rol protagónico en Viridiana (1961), que se convierte en la actriz aclamada en festivales internacionales y en musa del mítico realizador del célebre largometraje, Los olvidados (1950).
Su vínculo con el director español se dio luego de que un día, su entonces esposo el empresario Gustavo Alatriste, le preguntó qué quería como recompensa por todo lo que le había ayudado. “¡Mi mayor anhelo es trabajar con Buñuel!”, le dijo Silvia. Buscaron concretar una cita con el mítico cineasta, quien, tras una junta de detalles de producción, condicionó elegir a Silvia Pinal para uno de sus filmes mediante un adelanto de 75 mil pesos de pago: Alatriste le rubricó un cheque por 150 mil pesos.
Viridiana (1961) es la primera cinta donde Pinal trabaja bajo dirección del exigente realizador hispano-mexicano en compañía de los actores Francisco Rabal y Fernando Rey. Trama basada en la novela Halma (1895) de Benito Pérez Galdós: una joven religiosa sufre un cambio fragoso en su vida antes de convertirse en monja. La belleza de Silvia Pinal es magistralmente explorada por Buñuel en el logro de un personaje asediado por la inocencia y la devoción católica. “Hablar de Viridiana es hablar de muchas cosas significativas, sin las cuales mi vida no sería la misma; la película que más satisfacciones me ha dado”, confesaría Silvia Pinal en repetidas ocasiones.
La película recibió la Palma de Oro del Festival de Cannes en 1961 y el Vaticano criticó con acritud “el sacrilegio y la blasfemia” del filme. “Sólo he mostrado una crítica a la caridad por la caridad misma mediante una sátira del idealismo cristiano”, declaraba Buñuel. “La dirección de Buñuel siempre fue instructiva y cordial, yo me dejaba llevar en cada escena, sabía que ya era su musa”, confesaba la actriz mexicana. “Me sorprendió la flexibilidad de ella, no tenía que insistir, cada imagen fluía de manera cadenciosa, su belleza se imponía hasta en las secuencias más lúgubre”, afirmaba Buñuel.
El ángel exterminador (1962), segunda incursión de Silvia Pinal en el cosmos de Buñuel. Drama surrealista y psicológico donde un grupo de aristócratas no pueden abandonar una mansión después de una lujosa cena. La Pinal asume con profesionalismo toda la carga satírica de la trama en una actuación de “alegóricos instintos salvajes y enigmas vergonzosos”.
Simón del desierto (1965), largometraje surrealista protagonizado por Claudio Brook y Silvia Pinal basado libremente en la leyenda del santo asceta sirio del siglo V, Simeón, quien vivió durante 39 años en el alto de una torre. Silvia Pinal en una lúdica actuación en el rol de diablo que tienta al santo. “Me gustó cómo supo mezclar lo demoniaco con lo sensual, trabajar las escenas con ella fue una experiencia única”, expresó el coprotagonista Claudio Brook.
Tres producciones protagonizadas por Silvia Pinal bajo la mirada exigente y descomedida de Luis Buñuel. “Después de Los olvidados, supe entender mejor la esencia del espíritu del cine mexicano dirigiéndola a ella”, expresó Buñuel.
El regalo de un cuadro y las cintas que “contrabandeó”
Hay un dicho erróneo que muchos acostumbran pensar: “Qué pena vivir para morir”. Mujeres como Silvia Pinal, tan gozosa de la vida, lo aplicaron al revés: “Qué alegría vivir, porque un día nos vamos a morir”.
Silvia Pinal tuvo un vida que aprovechó con pasión, amó a su manera, filmó las películas que quiso y hasta con el director de cine que admiraba. Y además de inmortalizarse en los filmes, la diva quedó plasmada en un cuadro de Diego Rivera. Musa en el cine y la pintura. Amiga de gigantes como Mario Moreno Cantinflas, padrino de bodas en su enlace con Rafael Banquells, o de Pedro Infante, quien hizo todo por conquistarla, pero no lo logró.
¿Y cómo una vida extraordinaria y longeva no podía ir acompañada de experiencias poco usuales para los mortales?
La historia narra que en 1954, una joven Silvia Pinal conoció al ya encumbrado en fama y reconocimiento Diego Rivera. Fiel a su fama de donjuán, dicen que el célebre artista quedó prendando con su belleza, pero la diva estuvo fuera del alcance del gran sapo rana.
Por la misma Silvia se sabe que los presentó Manuel Rosen Morrison, el arquitecto que le diseñó su hermosa casa del Pedregal (protagonista de otro filme de la actriz) para que le solicitara al artista que la pintara, pero ella dudaba si con lo prestigiado que ya era, el dinero que ganaba le alcanzaba para pagarle.
Se dice que Diego Rivera quería pintarla desnuda, pero eran otros tiempos y la diva se negó, a cambio, posó para él durante tres meses debajo de un elegante y entallado vestido negro del diseñador mexicano Tao Itzé, quien vestía a las famosas de esa época.
Poco después, un 3 de noviembre y en el día de su santo, el muralista le regaló el cuadro que, según expertos hoy, valdría más de tres millones de dólares. Silvia comenzaba su propia leyenda.
Las memorias de Silvia Pinal, históricas y culturales evocan la nostalgia de un México que ya no existe. ¡Cuántas historias detrás de un cuadro, un libro, una película!
La misma España le debe a Silvia Pinal haber rescatado de la hoguera del franquismo la película Viridiana, de Luis Buñuel, por ser considerada blasfema y sacrílega.
Apasionada del arte y la libertad de creación, luego de que la cinta se exhibiera en Francia en 1961, Silvia hasta de contrabandista la hizo, pues ideó el plan de guardar los negativos entre los pliegues de su abrigo y así volar hacia México, donde con la ayuda de Salvador Novo, también pudo librar las críticas del Vaticano que se negaba a que la película fuera proyectada.
La película Viridiana, irónicamente, le dio a España la única Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes que tiene en su haber.
¡Ah, Viridiana! Le diste a nuestra diva mexicana una consagración actoral en Europa y el nombre de una hija que tanto amó y a la que lloró, luego de perderla en un trágico accidente de auto en octubre del año 1982.
Se dice que detrás del nombre Viridiana existe una maldición para la dinastía Pinal, pues más tarde una nieta de Silvia que llevaba el mismo nombre también murió de forma trágica.
Pero Silvia sabía que era la vida que da y quita, como sus personajes: una Carmelita que enamoró a Tin Tan, una Lázara entre las tropas de Villa, la caprichosa Mané que se quedó con Pedro Infante, la adorable tía Mame; como la mujer real, de carne y hueso, la diva, la madre, Silvia Pinal, gozosa de existir hasta el último aliento y agradecida de lo vivido.
Mujer, casos de la vida real: un programa revolucionario y con perspectiva de género
La participación de la última diva del cine mexicano en la televisión incluye novelas como Los Caudillos (1968), ¿Quién? (1973) o Mañana es primavera, que protagonizó junto a su hija Viridiana Alatriste en 1982, además de Eclipse, de 1984. También actuó en los melodramas Carita de Ángel (2000), Soy tu dueña (2010) y Mi marido tiene familia (2017).
Sin embargo, un programa que marcó la historia de la televisión mexicana fue Mujer, casos de la vida real, icónica serie de antología que se mantuvo al aire durante 21 años, de 1986 a 2007. Silvia Pinal, productora del proyecto, engalanó la serie al aparecer como actriz en el primer episodio y como conductora en el resto de las transmisiones. Pese a que en el 2019 la Diva de México afirmó que la serie sería lanzada de nuevo al aire, esto no sucedió. El formato de este proyecto fue retomado por un programa similar, llamado La Rosa de Guadalupe.
Quizá su experiencia tormentosa con el cantante Enrique Guzmán, relatada en el libro Esta soy yo: Silvia Pinal, fue motivo para que la diva quisiera ayudar a las mujeres que son violentadas. El matrimonio con quien fuera vocalista del grupo de rock Los Teen Tops inició en el año 1967, y en varias etapas del mismo la actriz vivió agresiones físicas y amenazas por parte de su esposo, hasta que tomó la decisión de divorciarse, en 1976, luego de que el intérprete le aventara en la cara una pistola, diciéndole que le disparara para matarlo, pero el arma se accionó y ella sufrió un rozón.
“A Silvia le interesaba ayudar a las mujeres y quería un programa donde pudiera dar información si una mujer había sido violentada de alguna manera; que hubiera un lugar a donde dirigirse y la apoyaran, dar un mensaje de solidaridad”, expresó a La Razón Benjamín Cann, quien fue durante un tiempo director del programa, junto a Felipe Nájera, Jorge Lozano y Francisco Franco.
En los más de mil 500 capítulos emitidos, las historias basadas en hechos reales, que mostraban desde problemas cotidianos hasta violencia de género, violencia económica, mujeres encarceladas por aborto, abuso infantil, trata de personas y más, impactaron a una sociedad donde estas problemáticas se mantenían en secreto. “No recuerdo que hubiera algún programa antes en la televisión donde se tratara el lesbianismo, el aborto, el abuso de un padre a una hija, y nosotros lo hicimos, ella fue la primera en defender esa bandera”, contó Benjamín Cann.
La idea original fue de Jorge Lozano, guionista argentino; sin embargo, Silvia Pinal aportó al “pedir al público que mandaran sus casos. Llegaban a la oficina miles de cartas, no teníamos la cantidad de gente para leer tantas”, dijo Cann, y agregó que “ella elegía cuál era el mejor caso después de leerlas”.
Además, como presentadora, Silvia Pinal brindaba teléfonos de asistencia o información sobre organizaciones en el programa. “Me consta que de los casos que no se hacían en el programa ella personalmente hablaba con la persona para ofrecer alguna ayuda y en casos graves también le daba seguimiento”, comentó el director.
La actriz Vanessa Bauche, quien participó en Mujer, casos de la vida real durante 10 años, lo describió como un proyecto revolucionario. “Hablaba de una perspectiva de género cuando ni siquiera teníamos acuñado el término”, dijo a La Razón.
Y recordó cuando tuvo que interpretar a una joven con discapacidad motriz que sufría discriminación laboral. “Al final del capítulo venía su teléfono y la contacté, yo quería conocerla, honrarla e interpretarla”, contó Vanessa, quien pidió a la producción que Itzel Vázquez, quien había enviado su caso, fuera a la grabación del capítulo con su familia. “Afortunadamente después del episodio tuvo buena racha de trabajo, la llamaron de varias empresas a partir del capítulo, me consta que fue un proyecto con una gran labor social”, explicó, sobre el gran aporte de este histórico programa.
Uno de los capítulos que más impacto causaron fue El niño del globo rojo, en el que participaron Violeta Isfel y Patricia Reyes Spíndola, ya que trataba sobre el tráfico de órganos.
Precursora y promotora exitosa del teatro musical
En teatro, Silvia Pinal dejó un gran legado, no sólo como actriz, realizando icónicos papeles, sino también como productora, y por ser una persona que se preocupó por buscar espacios para que se vieran los montajes que se producían. Tal es el ejemplo del Teatro Silvia Pinal y del Teatro Diego Rivera que, de ser unos antiguos cines, se convirtieron en escenarios para este arte.
Con Ring Ring llama el amor, la primera obra musical, producida en 1958 bajo la dirección de Luis de Llano Palmer y presentada en el Teatro del Bosque, Silvia Pinal fue una pionera del teatro de comedia musical. Tras el éxito, tuvo una propuesta en Broadway para colaborar con el representante de Judy Holliday, pero rechazó el proyecto. Más tarde, en 1964, hizo la versión mexicana del musical Irma la dulce, bajo la dirección de Enrique Rambal.
Tuvo participación en más de 40 obras, de las cuales destacan Celos (1950), en la que actuó junto a Manolo Fábregas y Carmen Montejo, y El cuadrante de la soledad (1950), de José Revueltas, que contó con la dirección de Ignacio Retes y en la que el muralista Diego Rivera estuvo a cargo de los decorados.
Pero sin duda, una de sus participaciones más recordadas fue la que tuvo en el musical Mame, con el que, con gran éxito, dio vida a la extravagante y frívola protagonista. De esta obra, Malkah Rabel escribió en El Día: “Sin duda Silvia Pinal es una actriz muy dotada en los más diversos planos, ya cómico, ya dramático”.
Después, su éxito en los musicales continuó, al ser parte de ¡Qué tal, Dolly!, compartiendo escenario con el ya fallecido primer actor Ignacio López Tarso, y de Gypsy, de 1998, en la que actuó al lado de su hija, la rockera Alejandra Guzmán.
A principios del 2000 participó en Debiera haber Avispas, Adorables enemigas y Amor, dolor, y su última aparición fue en el musical Caperucita, ¡qué onda con tu abuelita! (2022), lo que fue duramente criticado, pues la estrella salía en una gran silla, debido a que no podía caminar.