Encabezó la primera vanguardia pictórica en América, dio color al cubismo y contribuyó a que la pintura se hiciera monumental. Hoy se cumplen 130 años del nacimiento de Diego Rivera, cuyo trabajo sigue impactando las artes plásticas. Su cuadro Baile de Tehuantepec fue subastado en mayo pasado en 15.7 millones de dólares y estableció un récord de venta.
Su mito que él mismo alimentó diciendo que comía niños, amén de sus posturas políticas radicales, va más allá del muralismo y explora otras corrientes artísticas, filosóficas y estéticas que gobernaron el arte visual del siglo XX. “Diego fue el muralista más visible y quien exportó la idea. Esa escuela fue la primera vanguardia del arte que el continente americano le dio al mundo y salió de México antes de los movimientos surgidos en Estados Unidos”, señala Juan Coronel, historiador del arte y nieto del artista guanajuatense.
La marca indeleble en el arte se explica, en una parte, a que “antes de que el muralismo existiera la escala de las obras era muy pequeña, por ejemplo un cuadro de tres metros se considerana gigantesco. La monumentalidad en las artes plásticas es una aportación de este país, por eso Rivera es muy importante, estamos ante un filósofo del arte que llevó todas sus ideas a un lienzo”, agregó.
“La plástica total del continente cambió de perspectiva hasta los años 50 cuando EU introduce el expresionismo abstracto, pero previamente estaba guiada por la visión que México iba entregando año con año. Fueron los primeros en incluir como tema principal al indígena, aquí se fundamenta el arte social, los obreros, el arte mexicano es que el que realmente coloca a los trabajadores, como se colocó en el renacimiento a la naturaleza muerta, así es de importante”, explica Coronel.
Pero la trascendencia del creador no se limita a haber sido parte de la escuela más importante del siglo XX en México, sino que su inquietud le hizo explorar otras corrientes como el cubismo “el introdujo el color, el arte popular y los elementos arqueológicos a sus obras de ese estilo”, expresa el especialista.
Sin embargo para Octavio Paz esa intromisión de Diego en el movimiento europeo hizo que los cuadros se acercarán más al arte decorativo. Pero el autor de El laberinto de la soledad también escribió que su arte representa “fecundidad de la naturaleza encarnada en mujer”, un ejemplo de ello fueron los murales que realizó en la Universidad de Chapingo, en cuyos muros “la mujer es la tierra, el agua y la semilla. Diego no se cansó de pintar ese misterio cotidiano que es el cuerpo femenino, tendido bajo las grandes hojas verdes”, afirmó.
Para Frida Kahlo: “ninguna palabra puede describir la inmensa ternura de Diego para las cosas bellas. En especial ama a los indios, por su elegancia, su belleza y porque son la flor viva de la tradición cultural de América. Su diversión es trabajar; detesta las reuniones sociales y le encantan las fiestas auténticamente populares. En medio del tormento que son para él el reloj y el calendario, hace todo aquello que considera justo: trabajar y crear”.
Plática sobre el ista. Para conmemorar los 130 años del nacimiento del pintor, el Antiguo Colegio de San Ildefonso realiza hoy la conferencia Diego Rivera muralista, a cargo de la historiadora Susana Pliego, teniendo como marco excepcional la primera obra mural La creación, que el artista plasmó en el Anfiteatro de la antigua preparatoria. Además del concierto a cargo del Ensamble Típico de la Casa de la Música Mexicana, en el Patio Principal del recinto.