Belushi: anarquista disciplinado

El corrido del eterno retorno

Belushi Fuente: ramascreen.com

John Belushi fue un hijo de la contracultura. Su personalidad era un compendio de lo más locuaz de la comedia universal: Groucho, los Freak Brothers, el humor horripilante de Miedo y asco en Las Vegas, el lado oscuro del Rat Pack y demás. En sus inicios fue también un cómico crítico del poder. Pero también fue un personaje de la escena punk. Un sujeto problemático que resultaba embriagadoramente encantador.

Belushi (2020), del director R. J. Cutler, narra el nacimiento, la ascensión y autodestrucción de esta figura única en la historia de la comedia. Basada en entrevistas a gente cercana, y con un increíble acervo de imágenes y videos de las distintas épocas, más estupendas ilustraciones, se reconstruye la historia, de manera oral, de Belushi.

Surgido de las entrañas de Second City en Chicago, la carrera de Belushi fue meteórica. De ahí saltó a National Lampoon y luego a Saturday Night Live. Su afición a las drogas se desarrolló de manera paralela a su incursión en el teatro. Drogarse formaba parte de la cultura imperante. Belushi era un artista underground, pero el éxito le puso a la mano un estilo de vida que estaba reservado exclusivamente para las estrellas de rock. Y pasó a formar parte de ese selecto grupo. Entabló amistad con las máximas estrellas del momento, como por ejemplo con los Rolling Stones.

Es recordado sobre todo por la película The Blues Brothers y por Animal House. Sin embargo, es mucho más que eso. Fue un ser humano complejo. Estaba enamorado perdidamente de su mujer pero había muchas inseguridades planeando sobre su personalidad. Y es gracias a su carácter contradictorio que encima del escenario fue imponente. Desde muy temprano tuvo que lidiar con demasiadas presiones. Y su vida es el ejemplo perfecto de cómo el estrellato te puede destruir. Era sumamente competitivo y con una personalidad adictiva. Las drogas, después del escenario, serían su segundo hogar.

Narra el nacimiento, la ascensión y autodestrucción de esta figura

Su manera de actuar era tan natural que conectó con el gran público de inmediato. Cuando le preguntaban cómo era posible que se sintiera tan a gusto en el escenario respondía que lo difícil para él era cómo la gente podía estar tan tranquila. Desde el momento cero para Belushi no existió nada más peligroso que ser él mismo. Una pesada carga que sólo pudo manejar con la ayuda de las sustancias.

Pero su destino es más que una simple tragedia. Fue un líder, un músico y un actorazo. Se definió a sí mismo como un anarquista disciplinado. Su ética del trabajo no conocía descanso. Y creó a ese personaje sensacional que es Jake Joliet Blues. Un performance que la gente comenzó por creer que se trataba de una broma, pero al final descubrió a un cantante carismático y con un dominio del escenario monstruoso. Porque la comedia de Belushi era ante todo física. Y su desempeño como uno de los Blues Brothers era la cúspide de esa comedia del cuerpo.

En el blues encontró un refugio. Se convirtió en un especialista del género. Escuchó todo lo que se le puso enfrente y creó su propia banda, junto a Dan Aykroyd: los Blues Brothers. Y entonces Belushi ya no fue un rockstar honorario, alguien cuyas credenciales pertenecían a la televisión. Ahora era por derecho propio una estrella de rock. Que tenía una banda exitosísima.

Su aproximación al blues es la pista de un alma atormentada. Pese a obsequiarles risas a millones de personas había en él una tristeza que no se podía sacudir. Por eso su proclividad al blues, porque sólo en este género podía encontrar paz. Pero como todo renegado, Belushi fue un entusiasta del punk. Y tocó la batería con los Dead Boys.

Luego se quedó sin compañía en la soledad de la fama. No es que no tuviera amigos o una esposa. Es un lugar al que nadie te puede acompañar. Y murió, según el parte médico, de una intoxicación causada por una speedball (inyección de coca con heroína). Se interrumpió una brillante carrera. Belushi iba a aparecer en Cazafantasmas. Y De mendigo a millonario fue escrita para él. Al final su lugar sería ocupado por Eddie Murphy.

Su muerte, a los 33 años, fue su último gran performance. No sabía hacer otra cosa más que acelerar. Y no se podía ir de otra forma. Tenía que hacerlo por la puerta grande. Convertido en una leyenda. La leyenda de un niño albanés que atravesó el sueño americano a toda velocidad.

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