Con el mainstream hemos topado

El corrido del eterno retorno

Con el mainstream hemos topado. dodmagazine.es

Mata a tus ídolos. O no. No hace falta. El mainstream lo hará por ti. Como lo hizo con Arcade Fire.

Tras la estrepitosa caída que supuso Everything Now, que comenzó a apestar apenas salió el primer sencillo, se esperaba una resurrección al estilo Lázaro. Pero no ocurrió. WE (2022) resultó ser un desesperado intento por volver a enamorar a los viejos fans. Y cómo sabemos que es una patada de ahogado en toda regla: porque sigue una fórmula. Y sabemos que todas las fórmulas sólo conducen a una cosa: la macdonalización. La banda tiene derecho a sacarse la espina, pero le falta el cinismo para desacralizar el sonido Funeral. Al contrario, WE despide un dramatismo impostado. Ese dramatismo que tanto éxito cosechó en Neon Bible suena aquí bastante acomodaticio.

En Everything Now, Arcade Fire hizo un movimiento que no le resultó. Trató de volverse el nuevo Tame Impala. Un error que siguen pagando. Porque Arcade Fire es una banda con una identidad inamoviblemente indie. Su manera de coquetear con el pop en Reflektor fue afortunada porque se trataba de eso, de una aproximación. La falla del nuevo disco es creer que con darle al público lo que quiere se van a salvar. Pero nadie se salva. Ni Bowie se salvó de hacer discos prescindibles.

La industria tiene dos maneras de joder a una banda. Una es exigiéndole repetir el éxito hasta el infinito. Y la otra es aplaudirle toda la basura que escupa e intenta hacerla pasar por arte. El problema radica en que la industria nunca enseña a las bandas a lidiar con el fracaso. El nivel de exigencia es descomunal. Tarde o temprano las bandas van a sufrir descalabros. Es normal. Les ha ocurrido a otros artistas. Por ejemplo, Bob Dylan. Nadie como él ha tenido que soportar los embates de la crítica y los fans. Que en muchas ocasiones fue injusta. Aunque también es innegable que dentro de su discografía hay álbums intransitables. Pero Bob supo sortear las dificultades que le presentaba la era y se levantó y volvió a crear grandes discos.

Por mucho que amemos una banda, por mucho que nos encante Arcade Fire, hay que aceptar que van a hacer discos repetitivos como WE.

La industria tiene dos maneras de joder a una banda. Una es exigiéndole repetir el éxito 

UN CLARO EJEMPLO de cómo la industria vuelve perezosas a las bandas es Foo Fighters. Su último disco es el peor de su carrera. Pero la revista Rolling Stone le dio cuatro estrellas. Además de que ganaron varios Grammy, esto último como premio de consolación por la muerte de Taylor Hawkins, lo que lo hace lucir todavía peor.

La presión de la industria es caníbal. Otro caso triste es el de The Black Keys. Una buena banda que se echó a perder por la urgencia de volver a colocar un hit. Su último disco, Dropout Boggie, es aburridísimo. Perdieron todo el feeling. Ni siquiera el track con Billy Gibbons lo salva. Si una publicación como Pitchfork, a la que todo le gusta, te pone un seis de calificación es porque algo está más que podrido. Y es momento de prender las alarmas.

Perpetuarse en la cumbre es imposible. Hay bandas, como los Red Hot Chili Peppers, que ya no tienen nada qué decir. Pero son mimados por la crítica. Rolling Stone le dio cuatro estrellas a Unlimited Love. Un disco que pese al retorno de John Frusciante es un fiasco. Pero nadie se atreve a decirlo porque no nos permitimos juzgar a nuestras nuevas vacas sagradas. Aunque ser fan de una banda no es lo mismo que acarreado de un partido político. La música es para disfrutarse, pero no debemos dejar de ejercer nuestra capacidad crítica y aplaudir cualquier pedo que se tiren.

A WE le falta la naturalidad de The Suburbs, cuando la banda seguía ávida de hacer música y no le pesaba la losa de ser Arcade Fire. Para lidiar con problemas de esta dimensión tienes que estar ahí. Y Arcade Fire lo ha conseguido. Pero la banda no está exenta de cometer errores. Y es difícil de predecir, pero quizá tardarán en volver a crear un disco con la frescura natural de The Suburbs. O a lo mejor en el siguiente disco vuelven a las alturas a las que nos tuvieron acostumbrados por cuatro álbumes. Es un volado.

La mejor música del presente la están haciendo bandas nuevas, porque pueden ejercer su libertad creativa sin rendir cuentas a nadie. La industria es el diablo, sí, aunque también es necesaria. La misión del artista es saber en qué momento darle la espalda.

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