VERSIONES DE BLANCA LUZ PULIDO
QUE NADA SE SABE
El arte implica una cierta rudeza
MATIAS AIRES
¿Qué dirás después
cuando más tarde
mires hacia atrás
y veas que todo
cuanto queda es ya
otro tiempo que nos duele?
Palabras que dijimos
fueron vastas
olas desengaño
escenas múltiples de otro mundo
imposible querer
tal vez rescatar del mar
lo que todavía nos queda
una mirada que me dispersa
Sobrevive la ausencia
una cuerda de dolor un océano
atando el cuerpo
al error que lo atraviesa
y así es como todo queda
por destruir lo que tenemos
de año en año
de prisa en prisa
LECCIÓN DE POESÍA
Ganar, perder todo nos jugamos
día con día. Importa vivir,
olvidar lo que es preciso, recordar
cuanto fue dicho entre nosotros, reescrito,
desmentido... No nos dijeron
que, cerrada cualquier puerta, el sentido
llega, noche tras noche, terminado su plazo,
derrotando lo que creías haber vencido
y regresa entre pérdidas, entre piedras,
como un dardo un ensordecedor sonido mudo
—el amor que al vivir se agota
exactamente como se agota todo
DIAMANTE II
1. Funcionamiento del poema:
“sé que el sufrimiento puede, / claro, arder; y conozco / la puerta de la caricia”
(António Franco Alexandre)
Y diré: cuando escribo hay un corazón bombeando hacia adentro, de forma
figurada, una escritura que enloquece, una especie de silencio de dientes
cerrados, una boca cerrada que, al abrirse, se alimenta del mundo que conoce: ciudades, cuerpos, el fuego dentro del fuego, la iluminada visión de los mapas ancestrales. Diré: procuro la profundidad de un lugar que me sirva de morada. Soy un animal enjaulado.
2. Funcionamiento de la existencia:
“Y sabed que, si tuviereis amor, / Tendréis el entendimiento de mis versos” (Camões)
Una obra, todas y cualquiera, no se concluye jamás. Leo en António Ramos
Rosa: “la posibilidad de la construcción tiene como condición necesaria la
energía vital del constructor. [...] El constructor es consciente de la precariedad de la existencia, de su finitud insuperable, de su negatividad intrínseca. En sus actos y movimientos, el hombre es un ser tenso y cuidadoso, porque la
realidad implica la contingencia de la adversidad y la inminencia de una
posible catástrofe que puede ocurrir tanto en el mundo exterior como en el
dominio subjetivo”.
3. La escritura
Siendo así, juntando las tres palabras, los tres órdenes del saber, este libro que ahora cierras, lector, podrá releerse de acuerdo con el amor que tuvieras y, si
por casualidad te sientes identificado con el pathos de sus imágenes, también
tú arderás claramente y tendrás la llave para abrir conmigo las puertas de la
caricia. Pero fíjate bien, lector: si te dejas envolver en la obra, no olvides las
homofonías y las homografías: obra – sobra – cobra. En otras palabras: toda la
escritura puede, como un diamante, brillar, hacer estallar su luz, y puede ser
un objeto cortante. Una arista es suficiente. Diré por último: todo hombre que crea tiene la absoluta claridad de que trabaja para que la catástrofe no llegue al
final de los tiempos. Por eso el poeta, el artista, el arquitecto, el pintor, el
bailarín, el músico, el actor, buscan el fulgor de las presencias reales e
infunden, en aquellos con quienes se cruzan, tocando sus párpados e iris en
llamas, el don más alto: dar a cada obra de arte su propia medida —su poder
de irradiación. De dicción.