He tropezado mil veces con la misma piedra. Me pasa por no andar con cuidado, no me fijo bien en las alertas ni señales, no pongo atención a los avisos de peligro. He chocado con rocas halladas en los senderos azarosos de la vida, rutas accidentadas sin escape. Escollos diferentes en tamaño, forma y textura, cada colisión ha sido similar, igual de repentina, dolorosa. Absurda. Una y otra vez vuelvo a caer, me despeño, replico las situaciones y reproduzco las escenas. Termino sangrando, la esperanza fracturada, pulverizados los sueños. Aparecen moretones, cortadas en el cuerpo y el alma lastimada. Las heridas sanan, se restaura el ánimo, olvido el trauma y vuelvo a ilusionarme, me desplomo en el inevitable precipicio de la compulsión a la repetición.
UN HOMBRE ME HIZO PERDER la razón desde el primer momento en que lo conocí, me petrificaron sus ojos color gris granito. Lo dejé todo por él, pero se fue. Regresé a casa con las maletas vacías y las esperanzas rotas. Luego me encontré con alguien que en la primera cita dijo que me amaba. Le creí y al poco tiempo el sentimiento se extinguió, terminamos. Fui sólo parte de una colección de conquistas pasajeras. Me levanté como pude, curé las llagas, juré que no me volvería a pasar. Acepté que mi destino era transitar sola por el mundo. Apareció uno que era como el mármol, blanco, elegante, sin embargo, duro y frío. El idilio se fue resquebrajando lentamente y en pedazos se rompió. Comencé a salir con otro que me regalaba flores y diamantes cada mes, desde el inicio yo sabía que lo nuestro iba a desmoronarse, desapareció en la nada, eran falsas las joyas.
Recaía en este tipo de fracasos, tantas relaciones fallidas que no podría contarlas ni contarles todas. Juré no volver a ir por lugares escabrosos, detenerme y marchar despacio por los laberintos del amor y el deseo. Intenté prevenir los posibles tropezones.
Recaía en este tipo de fracasos, tantas relaciones fallidas
que no podría contarlas
Decidí ser la piedra, el obstáculo con el que repetirás tu historia, yo por siempre tu caída sucesiva. Me encontraste en tu camino, pensando que era fácil, asequible, sin problemas. Fui yo con quien diste un tropezón. Permaneceré firme, perseverante en mi nueva condición de ser impenetrable, insensible. Te haré girar en torno mío sin medir las consecuencias ni los golpes, chocarás conmigo en lo inevitable, en el eterno retorno del desastre que fuimos, somos y seremos.
* Qué vidas da la vuelta.