Cuauhtémoc Medina: el juego universal según Francis Alÿs

Esgrima

Cuauhtémoc Medina: el juego universal según Francis Alÿs. Fuente: fundacionunam.org.mx

El Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM cumple quince años e inició un ciclo de exposiciones celebratorias de la mano de Francis Alÿs, artista que “nos ha mostrado que el mundo es otro después de voltear a verlo en su obra”, comenta el curador de esta muestra, Cuauhtémoc Medina. Alÿs, quien siempre ha llevado el arte contemporáneo a una dimensión lúdica, ofrece en Juegos de niñxs una visión global de la práctica recreativa infantil y eso emociona, “ya sea por la capacidad”, dice Medina, “que tienen algunos artistas de conectar con el público o porque este baño de convivencia es especialmente liberador después de la experiencia traumática colectiva del Covid”. Platicamos con Cuauhtémoc sobre la muestra.

Juegos de niñxs nos hace descubrir una pieza de arte en el recreo. ¿Cómo llegamos ahí?

Francis compone un archivo audiovisual de niños que juegan. Ese archivo es, en sí mismo, una notable pieza de museo y crece en su amplitud. Hasta donde yo puedo saber, éste será un tema de investigación claro para la antropología y la sociología, pues la mayoría de los juegos que registra transmiten su funcionamiento de manera bastante completa, precisamente por la vocación de archivo de la serie. Es decir que, además de que la creación de los archivos es una modalidad del arte contemporáneo significativa, esta pieza rebasa el ser arte contemporáneo, para plantearse como una especie de archivo de la humanidad.

Los juegos relacionan culturas: no creo que nadie se haya dado cuenta antes de que algo muy parecido a la matatena existía en Pakistán, o que las rutinas del salto de cuerda son parte de la vida de las azoteas de Hong Kong, o que lanzar piedras para que choquen con la superficie del agua une a los niños del norte de África con los europeos de las costas atlánticas. Así, con la percepción de que ha habido un cambio dramático en la vida infantil, en detrimento de su presencia en la calle, muestra que se está perdiendo un elemento en común con gente que está del otro lado del mundo.

El museo contiene colecciones que registran, rescatan y dan acceso al entendimiento y conocimiento porque permiten percibir no un hecho aislado, sino una cantidad de datos. Por eso resulta correcto ver en esta serie una afinidad muy grande con la noción de museo.

En tu texto para el catálogo1 hablas de la extinción de estos juegos, ¿puedes abundar sobre eso?

Atestiguamos un cambio radical: en buena parte del mundo —países de Occidente tanto desarrollado como en desarrollo—, existe una ruptura con las líneas de transmisión que ocurrían en la calle. Es muy notorio que, desde Brueghel —siglo XVI—, hasta los recuerdos de quienes tenemos medio siglo de vida, la experiencia infantil de jugar en la calle establecía un diálogo con la cultura de los padres. Eso nos relacionaba con el conocimiento en general y con la identidad regional. Era la manera de tener un ingreso natural a las costumbres.

Crecientemente, una multitud de razones nos ha llevado a los padres a impedir que los niños vivan la calle. La percepción de inseguridad nos hace confinarlos a la casa, mientras en otros espacios la vida familiar ha desaparecido; la vida aislada se afirma, y se añade el hecho de que el automóvil ha tomado la calle bajo su control. Más aún, durante decenios, y hoy de forma muy patente, el tiempo de los niños se ha ocupado en juegos electrónicos, en diversiones de video, lo que contribuye a una experiencia apartada. Entonces, aunque Francis Alÿs es muy claro en establecer que no está juzgando, podemos ver una serie de tradiciones que, globalmente y a largo plazo, se están rompiendo en la vida de la infancia.

Es un archivo audiovisual de niños que juegan. Ese archivo es,
en sí mismo, una notable pieza de museo

No se trata nada más de que se olvide el juego de canicas. Es el hecho de que ese espacio de transmisión, convivencia y negociación entre niños, no moderado por adultos, ese espacio que era la vida de la banqueta, está diluido en muchos lugares. En la Ciudad de México, particularmente, quizá se ha erradicado.

¿Cómo llega Alÿs, en su obra, a Juegos de niñxs?

El juego, como él lo entiende, une acciones, relatos y símbolos de la vida comunitaria de la urbe. Lo que él registra es, en buena medida, el modelo más sencillo y mínimo de las acciones como relatos comunes; forma parte de lo que él ha propuesto desde finales de los años ochenta.

Mientras algunas piezas conjuntaban la práctica virtuosa del juego, como El colector, otras piezas suyas, especialmente El puente de Gibraltar, implicaban la experiencia de adultos que no estaban en la disposición de ser cómplices para crear esos relatos. Así llega a la colaboración con niños. Como ejemplo está la película que realiza en el norte de Irak, La historia de historias, una ficción sobre invenciones del país como un Estado-nación muy inestable, hecha por niños de una aldea aislada.

Es decir que en los últimos diez años él ha estado muy cerca de pensar la infancia. Por eso este registro de juegos no se siente caprichoso, y el hecho de que sea una serie no desencaja del estilo del artista. Ha sido una especie de lado B, ahora convertido en pieza central. Alÿs comenzó a registrar estos juegos sin pensarlo, porque vio a un niño pateando una botella cuesta arriba de una loma en la Ciudad de México o registró juegos de su hijo con amigos. A partir de un momento se volvió una serie consciente y desde entonces ha sido algo que busca en lugares donde expone. Se ha vuelto tan conocido por su búsqueda, que lo invitan a eventos artísticos para proponerle que registre algún juego.

En cuanto a este proyecto, en la suerte que he tenido de montar varias exposiciones de Alÿs, además de escribir para él, llevaba ya años con el compromiso de que cuando se hiciera tenía que ser en el MUAC, por lo que él representa para el arte contemporáneo desde la Ciudad de México. Vinieron compromisos, la pandemia; decidimos esperarnos para armarla en grande. Al crisol de juegos de niños que él tenía de todo el mundo, le sumamos un relato adicional: dos videos con una construcción más compleja, grabados en África Central, con dos pinturas, y Haram Football, una cinta impresionante en términos políticos y humanos.

Esta muestra ha tenido el cocimiento lento de una gran conversación, un trabajo muy a detalle para el espa-cio del museo. Debe verse simple, pero en realidad es difícil de concebir. Montar muchos videos lejos de las paredes hace que los distintos halos de luz convivan como parte de un reto geométrico, pero también la selección de las obras específicas y cómo se agrupan en la sala implicó una negociación entre el comportamiento de los proyectores y lo que las obras representan. Es un enorme alivio que esté funcionando tan bien: la disfrutan niños de dos años y el público que quiere profundizar más.

Notas

1 https://muac.unam.mx/assets/docs/folio_muac_099_francis_alys.pdf