Las botas de Nahui Ollin, la bolsa en la que guardaba su credencial de la SEP, el vestido de Lyn May, el sombrero de Lupe Rivas Cacho; estos son tan sólo algunos de los 500 objetos que integran Pasado de moda. Pasarela de Estilos en México, exposición del Museo del Estanquillo en torno a la historia de la moda en el país a lo largo de poco más de un siglo.
Más allá de las curiosidades indumentarias de los iconos de la cultura popular, se trata de una exploración del papel de la moda en el siglo XX mexicano. De esta manera, a lo largo de los dos pisos del recinto, nos encontramos desde la irrupción de las pelonas —las flappers mexicanas que en los años 20 se desprendieron del corset y se cortaron el cabello— hasta movimientos de contracultura, como los hippies de Avándaro y los punks de Tacubaya.
Un gran acierto en este repaso histórico es que evita caer en la tentación simplona de una cronología con la evolución del vestido; por el contrario, lo que nos presenta es un recorrido temático que ahonda en la construcción de la identidad nacional y las transformaciones que los mexicanos han vivido, poniendo a la moda como actor central y no sólo como un elemento ornamental en estos procesos sociales. Así, vemos cómo el nacionalismo revolucionario, a través de los movimientos artísticos de las primeras décadas del siglo XX, permeó en las páginas de las revistas de moda; o también las modificaciones a los patrones de consumo entre la población de a pie a partir de los avances tecnológicos tanto en producción como en difusión.
ESTO ÚLTIMO MERECE MENCIÓN APARTE. Fiel a la mirada de Carlos Monsiváis, cuya escritura y colección son la brújula que guía la curaduría, la atención está puesta sobre la calle y las garras con las cuales ésta ha sido transitada. Así, las imágenes perfectamente estilizadas de las divas del cine mexicano, como María Félix o Dolores del Río, conviven con fotografías de tendederos y galanes de vecindad. No se trata, entonces, de la moda sólo como producto de pasarela de alta costura o de modisto de señoras, sino también de la forma en la que los mexicanos se han vestido para representarse a sí mismos en el espacio público.
Un botón imperdible en esta narración de largo alcance es el núcleo dedicado al Centro Histórico, que hace eco de la propia ubicación del museo. Desde el arte de los escaparates y las bolsas de compra, hasta un censo de tiendas, la exposición reconstruye la experiencia que durante décadas vivieron los chilangos para hacerse de sus prendas en los almacenes, boneterías y demás que hoy se diluyen.
En resumen, lo que Pasado de moda ofrece al público es un deleite de lentejuelas y charol, además de una reflexión sobre lo que la cultura popular y sus imaginarios pueden decirnos sobre quiénes somos y, por ello, es sin duda una de las exposiciones imprescindibles para ir cerrando el 2024.