Springsteen 75

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

Bruce Springsteen Foto: Especial

Para Mariana H, por su cumple 50

“Yo no podía imaginar que iba a tener un gran éxito porque, simplemente, nunca había conocido a nadie que lo hubiese tenido. No había grandes historias de éxito en mi barrio; todo el mundo era de clase obrera”, le confiesa The Boss a Barak Obama en Renegados (Debate, 2021), la larga entrevista en forma de libro que marca una colaboración única: el mano a mano entre un ex presidente de color y una de las estrellas más icónicas del rock.

La sinceridad de Springsteen describe a la perfección el viaje del rock & roll. A algunos músicos los consume demasiado rápido. Para otros es el combustible que los mantiene en estado de gracia. Ese éxito no presentido acabó por convertirlo en una leyenda. Y no cualquiera. Mientras las carreras de sus colegas han estado marcadas por las altas y bajas, la del Jefe ha gozado de cierta estabilidad. Algo inusual para una trayectoria tan longeva. Quizá su momento más complaciente sea el presente. Only the Strong Survive (Columbia, 2022), su último trabajo, es un disco de cóvers. Su tributo personal a la música soul.

De entre las muchas formas de interpretar el éxito, quizá para Springsteen ésta ahora consista en poder grabar un álbum en el que rinde homenaje a sus raíces musicales sin componer una sola pieza. El derecho de piso que ha tenido que pagar para que esto ocurriera es estratosférico. Nadie habría pelado a un joven blanco de New Jersey cantando versiones de artistas como Ben E. King, Diana Ross o The Supremes. Pero como El Jefe ya no tiene que probarle nada a nadie, el segundo volumen está en preparación y se presume que quizá salga el año próximo o en 2026.

El título Only the Strong Survive alude a esas grandes canciones que nunca perecerán. No importa hace cuánto tiempo hayan sonado. Se requiere una gran cuota de humildad para hacerte a un lado. Pero si algo ha caracterizado a Springsteen desde sus comienzos es precisamente su capacidad para ponerse en los pies de los demás. Ya sea la clase trabajadora, los rebeldes con causa o los amantes de la música. Los primeros dos discos de Springsteen eran un tributo a todo aquello que había conseguido sobrevivir en su camino hacia la profesionalización. Pero no gozaron de la comercialización necesaria. Por lo que estos dos discos de cóvers poseen cierto sabor a revanchismo.

No es extraño que Springsteen haya surgido en New Jersey, un lugar donde sobran historias que contar, lo mismo que sucede con Los Soprano. New Jersey fue para El Jefe lo que Dublín para Joyce. La mitología del lugar es tan poderosa en su cosmovisión que despertó la curiosidad de Bob Dylan. Quien una noche que estaba en la ciudad fue a husmear al barrio tratando de localizar la casa donde Springsteen había crecido. Los vecinos confundieron a Dylan con un homeless y llamaron a la policía. Nadie puede presumir algo así. Dylan sólo había visitado la tumba de Kerouac y la celda del boxeador Hurricane Carter.

Si alguien, además del guitarrista de The E Street Band, merecía aparecer en la serie de New Jersey por antonomasia, ese era Springsteen. De hecho, Steven Van Zandt propuso una aparición especial del Jefe en un episodio. Algo que no ocurrió por la timidez de Springsteen, pero que habría marcado un hito en la serie. Lo que sí se concretó fue la inclusión de “State Tropper”, una de las canciones de Nebraska, el disco que él considera su mejor trabajo.

La polémica sobre cuál es el mejor disco de Springsteen sobrevivirá. En principio por culpa del mismo Jefe, que ha marcado con una estrella michelín a Nebraska. Aunque es grande, objetivamente no se puede situar por encima de Darkness on the Edge of Town. Lo mismo que Born to Run. Por culpa de listas acomodaticias de los mejores discos, como las impulsadas por la revista Rolling Stone, mucha gente se ha ido con la finta y ha repetido sin pensarlo demasiado que es la cumbre del trabajo de Springsteen. Es enorme, sí, pero The River lo supera. Y a quien opine lo contrario lo espero a la salida para rifarnos un tiro.

Si bien las trasnacionales son el enemigo, hay que agradecerle a Columbia que hayan cuidado el legado de Springsteen con tanto celo. Desde 2010 han sacado tamañas joyitas del baúl envenenado: The promise, las sesiones de Darkness on the Edge of Town, que incluye “Because the Night”, rola que El Jefe le cediera a Patti Smith y que grabara en vivo en Live 75-85; The Ties That Bind, los descartes de The River y The Live Series Collection, grabaciones por todo el mundo en distintas épocas, que lleva más de diez volúmenes. Nada mal para el muchacho modesto que no concebía siquiera un éxito.

Este año Springsteen cumplió siete décadas trabajando para el sueño. Si alguna filosofía se puede esbozar a partir de su obra, esta es entregarse en sueño y alma al sueño de la vitalidad: el rock. Que ha demostrado ser un excelente antídoto contra la jubilación. Lo que no lo exenta de haber sufrido pérdidas. Quizá la más dolorosa fuera la muerte de Clarence Clemons, uno de los pilares de la E Street Band. Con quien consolidó una relación que hizo a Springsteen consciente del racismo y lo convirtió en lector de James Baldwin. Es innegable que no te repones de una pérdida de tal magnitud, aunque seas El Jefe. Por lo que no importa cuánto haya conseguido Springsteen, nunca dejará de ser el muchacho de gesto desamparado y famélico que aparece en la portada de Darkness on the Edge of Town.

En 2006 El Jefe publicó su historia, Born to Run. Que más que una biografía parece una novela rusa, por el drama implícito en su lucha para salir del anonimato. Y por los kilos y kilos de nieve que aparecen, cortesía de New Jersey. Cuyo mayor embajador es Springsteen, pero que su impronta en la historia del rock va mucho más allá. En Meet me in the Bathroom, la historia sobre el renacimiento dosmilero del rock en New York, los músicos relatan cómo cuando la ley antialcohólica de Giuliani mataba la fiesta temprano, todo mundo huía a New Jersey, donde podías continuar de bar en bar toda la madrugada.

New Jersey siempre ha sido un refugio para la libertad. Incluida la de pensamiento. No hay duda que parte de la politización de Springsteen viene de ahí. No puedes convivir con las necesidades de la gente y permitirle a un político como Trump que utilice tus canciones en sus campañas.

La mala noticia este año es que se viene un biopic
sobre Springsteen. Digo mala porque las películas sobre estrellas del rock suelen ser un desastre. Ahí está la de Elvis. Por supuesto que 75 es un número para celebrar.
Y para acercar la música del Jefe a las nuevas generaciones.
El consuelo es que si la película no le hace justicia,
siempre podemos volver a su música. El único
testamento que importa.

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