Desde la búsqueda de personas atrapadas entre los escombros, hasta detección de explosivos, drogas y para protección son entrenados los perros que forman parte del Ejército Mexicano.
"Unidad, orden, disciplina, siempre leales", se lee en una placa del Campo Militar Número 1, al frente, unas estatuas de perros que han servido a la institución y quedaron plasmados como homenaje por sus años de servicio.
Los canes raza pastor belga malinois y pastor alemán son criados en el Centro de Producción Canina del Ejército en San Miguel de los Jagüeyes, Estado de México.
Al cumplir los cuatro meses inician un proceso de socialización con otros perros y humanos y, con base en el carácter, se perfila en qué especialidad van a entrenarse a partir de los ocho meses de edad: guardia y protección; enervantes; explosivos; búsqueda y rescate y búsqueda y rastreo.
A su vez, se desprenden tres subespecialidades: búsqueda de fentanilo (enervantes); armamento y municiones (explosivos) y papel moneda (búsqueda y rastreo).
"(En la socialización) es donde se le va viendo el interés a cada perro para alguna especialidad; rastreo, guardia y protección de acuerdo a su temperamento; un amigable, puede servir para búsqueda y rescate", explicó el Sargento segundo policía militar Nicolás Romero, jefe de Fuerzas Caninas.
El Centro de Adiestramiento de Policía Militar a cargo del Comandante Juan Manuel Ramírez Martínez está compuesto de cinco circuitos donde los perros reciben entrenamiento de lunes a sábado, desde las 8:00 horas y con intervalos de descanso hasta las 17 horas.
Desde la estancia en el Centro de Producción Canina del Ejército a los perros se les coloca un chip de rastreo y también un nombre, cada año con una letra inicial distinta.
Los canes entrenados en el Campo Militar número 1 han participado en desastres nacionales como el terremoto de 2017 y más recientemente, el 4 de junio en el colapso de la Mina Micaran en Múzquiz, Coahuila, además de apoyar en países como Colombia, Bolivia y Venezuela.
Búsqueda y rescate: encontrar sobrevivientes en derrumbes, inundaciones…
Un área del campo se adaptó como una zona de desastre en el que los perros aprenden a buscar a personas atrapadas bajo los escombros; primero entrenan con su amo, luego con extraños.
Rola y Nudillo son dos perros expertos. Rola se adelanta a buscar señales de vida entre una pila de escombros, olfatea por toda la zona hasta encontrar un hueco por el que llega hasta a una persona y comienza a ladrar. Lo secunda Nudillo para confirmar la existencia de un ser vivo.
Los binomios de soldado y perro trabajan por 20 minutos y 40 descansan, para evitar el agotamiento y hacer relevos.
“Estos perros tienen una buena aceptación con el humano, deben estar bien socializados con el fin de que cuando encuentren su marcaje sea un ladrido”, explicó el sargento segundo Melquiades Ramírez.
Guardia y protección, los perros de carácter fuerte
Los perros de carácter más fuerte son los que se perfilan para el área de guardia y protección, para instalaciones. El detonante en el entrenamiento a campo abierto es un látigo que emula el sonido de un arma de fuego.
El can se alerta al sentir la amenaza y ante la orden del soldado, ataca al objetivo, otro militar que recibe la mordida en un brazo protegido con sudadera y pantalones acojinados, ya que están adiestrados para hacerlo también en pecho derecho e izquierdo; piernas y brazos de frente y ante el intento de huída, atacan en las piernas y ambas partes de la espalda.
El equipo para entrenar a la especialidad de guardia y protección está compuesto de almohadillas de diferentes tamaños dependiendo de la apertura de la mordida de los pastores.
Detección de enervantes: mariguana, cocaína, heroína y fentanilo
Los canes de la especialidad de detección de enervantes trabajan con pseudo aromas, es decir, sustancias que asemejan el olor de la mariguana, cocaína y heroína, mientras que una subespecialidad también detecta el fentanilo.
“Mucha gente cree que a los perros se les droga, pero no”, afirmó el sargento segundo Romero.
Uno de los canes olfatea seis mochilas en fila, hasta que en una de estas detecta el olor a mariguana, detiene la búsqueda y es recompensado con un juguete de forma oval, como un huevo que rebota.
Un ejercicio similar se repite con los perros especializados en búsqueda de explosivos, que son entrenados mediante la familiarización de agentes químicos y materiales utilizados para este fin.
Con un mes de entrenamiento, uno de los perros examina una a una las cajas en las que se encuentra la sustancia del explosivo. Va de la mano de un soldado, quien lo guía en cada parada para que entienda el ejercicio. Estará listo en tres meses.