En 2021 fueron detenidos en territorio mexicano dos mil 034 ciudadanos de África, quienes representan 244 por ciento más capturas de personas de ese continente que en el 2020, cuando se registraron 590.
A pesar de que no hay un censo, se estima que en la frontera sur hay al menos 500 africanos actualmente, quienes llegaron desde el Congo, Ghana, Guinea, Senegal, Kenia, Angola y Burkina Faso con ayuda de bandas de polleros internacionales.
Autoridades migratorias y organizaciones civiles advierten que los flujos de africanos van y vienen al paso de los meses, pero se ha visto un aumento desde hace dos años, ya que huyen de la pobreza.
Además, los que se encuentran en Chiapas han elevado su nivel de protesta ante el Instituto Nacional de Migración (INM) y, apenas el martes pasado, se enfrentaron con la Guardia Nacional (GN), lo que dejó a varios elementos heridos.
“Hay como 500 o más africanos en Chiapas y lo que buscan es salir del estado para ir a Estados Unidos o acercarse a otros estados del norte para buscar trabajo, o mejores oportunidades de desarrollo. Ellos se trasladan de una zona conocida como el Tapón de Darién, que se encuentra en Sudamérica”, explicó a La Razón el activista Irineo Mujica.
El Tapón del Darién es considerado una zona selvática muy diversa entre Colombia y Panamá y es utilizado para el paso irregular de migrantes, así como tráfico de drogas por parte de grupos criminales.
La ruta de los extranjeros africanos es salir de sus países de origen con ayuda de traficantes, para arribar a Ecuador —país que no pide visado— y después trasladarse en camiones o a pie a Colombia e internarse a esa zona selvática.
Una vez que ingresan, pueden tardar semanas y hasta meses en salir, por las difíciles condiciones del lugar, ya que se exponen a ser asaltados o atacados por alguna especie salvaje, además del intenso calor de hasta 30 grados, con 70 por ciento de sensación de humedad.
“Son viajes larguísimos que pueden durar meses; por ello, muchos se van quedando en el camino en los países por donde pasan. Ellos dicen que llegan al continente americano con ayuda de polleros o bandas internacionales y se internan al Darién porque es la única manera en la que pueden avanzar sin ser detenidos”, explicó Ana Sainz, directora de Sin Fronteras.