El nombre de Prisca Guadalupe Awiti Alcaraz quedó grabado para siempre junto al de las glorias olímpicas de México. Y será muy difícil, nos comentan, que en mucho tiempo alguien pueda superarla, porque el judo no es una disciplina que esté mucho en la mira de las instituciones ni del dinero de nuestro país. Y como el judo, nos hacen ver, pasa igual con innumerables deportes cuyos exponentes dan medallas y regalan emociones a México, pero sus historias de éxito no son resultado de los esfuerzos de una nación, sino del de ellos mismos y el de sus familias. “Estas medallas son de ellos, las disfrutamos como mexicanos, pero ellos son los responsables de ganarlas y sus familias”, dijo ayer Mari Jose Alcalá, presidenta del Comité Olímpico Mexicano, que sabe del tema. Así que felicidades a Prisca y a su familia, que la acompañan en París.
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