En pocas horas se llevará a cabo la llamada “boda del año”, entre Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera. Se trata de uno de los atractivos de la temporada, ya que no sólo es la unión matrimonial entre el más poderoso gobernador y una popular actriz de televisión, sino la fusión de actividades que desatan pasiones, alientan la popularidad y exaltan el morbo. Nos referimos, claro, a la política y la farándula.
Acaso por eso, la boda desató toda clase de comentarios, críticas y especulaciones que intentan ver detrás de la unión un mero espectáculo mediático destinado a unificar los intereses de Televisa, con los del potencial presidenciable Peña Nieto. Tinglado que pretendería ser un señuelo para engañar y atraer a los electores en la contienda de 2012. Está claro que todos tienen derecho a esas y otras fantasías aún más descocadas. Lo cierto es que la boda de Peña Nieto y la popular “Gaviota”, será una poderosa señal para pulsar el ánimo de los hombres del poder político, económico y celestial en torno a Peña Nieto, y para coronar una quincena de golpes mediáticos nada despreciables para el mexiquense en su lucha por alcanzar la candidatura presidencial.
Y es que mucho antes de su boda, Peña Nieto tejió otro matrimonio, éste de carácter político, con la profesora Elba Esther Gordillo, a quien apenas el pasado viernes agasajó en la sección sindical que la vio nacer —en Ecatepec, al entregar al sindicato magisterial una moderna y funcional instalación—, en donde la poderosa lideresa de los maestros mostró no sólo el tamaño de su fuerza, sino su apoyo a Peña Nieto. En realidad el agasajo a Elba Esther Gordillo en Ecatepec —donde también lució el alcalde Erubiel Ávila, uno de los potenciales sucesores de Peña—, fue un paso firme en dirección a conseguir el control del partido. Es decir, todos saben que para ganar una candidatura presidencial —sea por el PRI, PAN o PRD—, lo primero es apoderarse del partido.
Y Peña Nieto va en ruta de controlar la presidencia del tricolor, por la vía del gobernador de Coahuila, Humberto Moreira. Está claro que Moreira es hechura del SNTE y cuadro de Gordillo, y para que Peña Nieto cuente con el apoyo de “la profesora” en las elecciones de 2011 y 2012, uno de los suyos deberá ser el presidente del PRI. Por lo pronto, Peña, Gordillo y Moreira, parecen cabalgar rumbo al PRI sin problemas. Pero esa apariencia está lejos de la realidad. ¿Por qué? Porque si Peña Nieto quiere mantener unido al PRI, y busca afianzar su candidatura presidencial, deberá negociar y repartir las parcelas de poder, sea con los grupos de Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes, o muchos otros. Por lo pronto, ya un grupo de ex gobernadores alzó la mano —como Miguel Alemán, Joaquín Hendricks y Manuel Ángel Nuñez—, para detener lo que algunos ya motejan como el dedazo de Peña Nieto. Pero la guerra apenas empieza.
EN EL CAMINO. Por cierto, Felipe Calderón fue invitado a la boda. Todos dudan que asista. Al tiempo.
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