La crisis de identidad del PAN

TEATRO DE SOMBRAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

La semana anterior hubo mucho cacareo por la visita de Santiago Abascal, líder del partido español VOX.

El señorito Abascal se reunió con un grupo de senadores del PAN que anunciaron su adhesión a la llamada “Carta de Madrid”. Este curioso documento declara su defensa de los valores de la democracia, la libertad y la propiedad privada frente al comunismo que amenaza a los países de la llamada Iberoesfera.

El lenguaje de la carta resulta ridículo por ser tan anacrónico. La supuesta amenaza del comunismo suena al franquismo más rancio, lo mismo que la palabreja “Iberoesfera”, que no es más que un neologismo para referirse a lo que antes se conocía como la hispanidad.

Personalidades de todos los frentes políticos condenaron el vínculo entre los senadores panistas y el líder de VOX, partido político que ha sido descrito, desde su fundación, como un representante de la ultraderecha más rancia.

Las críticas al acercamiento de un sector del PAN con VOX pueden dividirse en dos grupos.

Las del primer tipo parten del supuesto de que para que pueda haber una coalición de la oposición en las elecciones de 2024, el PAN no puede moverse demasiado hacia la derecha, sino que debe confluir hacia el centro para poder encontrarse ahí con el PRI y el PRD.

Las del segundo tipo van más allá de la coyuntura electoral y plantean el tema de la definición ideológica del PAN. Lo que sostienen es que el PAN debe consolidar su perfil de un partido moderno de centro-derecha y acabar de purgar sus viejas tendencias hacia la extrema derecha.

Resulta evidente que el PAN padece desde hace tiempo una crisis de identidad. En sus inicios, el PAN se concibió como un instituto político que defendía sus valores por encima de sus oportunidades electorales. Sin embargo, la alianza con el PRD en 2018 y la triple alianza con el PRI y el PRD en 2021 han desdibujado su identidad política de manera alarmante. El mensaje que han enviado a los electores es que el PAN pone su oposición al Gobierno actual por encima de cualquiera de sus principios doctrinarios. No le importa aliarse con oponentes históricos, como el PRI o el PRD, con tal de ganar elecciones. Este afán por llegar al poder a toda costa ha provocado pugnas que le han restado unidad interna y confianza en su futuro.

Dicho lo anterior, en el PAN deben pensar con cuidado si debe o no presentar un candidato común con otros partidos en 2024. ¿Cuál es su mejor opción para enfrentar al oficialismo lopezobradorista? ¿Un candidato de unidad deslavado y desideologizado? ¿O un candidato propio que defienda una posición bien definida, aunque no coincida con la del PRI y el PRD? Las respuestas a estas preguntas tendrán que ofrecerse sin mayor tardanza.

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