No es el igualitarismo ¡Es el populismo!

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Escribo desde Toronto. ¿Qué diferencia me marca más, a primera vista, entre esta metrópolis canadiense y la Ciudad de México? Aquí veo a muchos adultos viviendo en la calle, sí, pero en mi ciudad natal son niños gran parte de los que piden caridad o venden algo.

No soy el único a quien este tipo de comparaciones, de menores en la calle con personas “sin techo”, le salta a la mente y al corazón cuando viaja. La novelista Patricia Highsmith inició su carrera literaria en los años 40 recorriendo México. Los niños trabajadores no la dejaban de perturbar. No olvido la manera en la que describe a uno que vende una iguana viva a 10 pesos. “No, gracias”, le responde un gringo. El chamaco baja la oferta a 7 pesos. Luego a 5. Al final, exclama: “¡Un peso, hombre!”.

Es legítimo preguntarse si hay sociedades más justas que otras. No sólo eso, sino que, en algunos casos, como en la comparación entre México y Canadá, la respuesta parece obvia. Es más injusto ver a niños explotados o mendigando monedas en las avenidas que a escuálidos mayores de edad, principalmente adictos y enfermos mentales.

En filosofía política, los modelos igualitario y libertario constituyen dos extremos definitorios del liberalismo noreuropeo. Cuando John Rawls popularizó al primero (a veces llamado socialdemócrata), Robert Nozick le opuso el segundo (a veces llamado neoliberal). México se debatía hasta 2018 entre la aspiración a uno y otro. Firmábamos todo tipo de acuerdos de libre comercio, pero medíamos las políticas sociales para que fueran realmente efectivas contra la desigualdad.

Supongamos que definimos al modelo social de Canadá como más bien liberal igualitario y al de Estados Unidos como más bien liberal libertario. En Canadá hay, desde luego desigualdad, pero la educación y el sistema de salud son, sobre todo, públicos, y eso contribuye a tener una ciudadanía más igualitaria que en el vecino del sur.

En Estados Unidos hay libertades tan radicales como las de comprar y portar rifles de asalto. Y, por ejemplo, una decisión conservadora reciente como la del aborto fue adoptada por la Suprema Corte no como prohibición, sino como libertad restituida a los estados de legislar sobre la interrupción del embarazo. Es decir, que una lógica libertaria y federalista opera de manera radical en Estados Unidos, incluso contra los derechos de niños y mujeres.

¿Hacia dónde se dirige México? ¿Hacia el liberalismo igualitario o hacia el libertario? Al parecer, hacia ninguno de ellos. En vez de medir que la política social reduzca desigualdad, hoy se pretende que sea popular y otorgue aprobación al Gobierno. Lejos de honrar acuerdos internacionales, hemos entrado en una etapa de tensiones con los socios comerciales. Por si fuera poco, actuamos como valedores de gobiernos supuestamente “bolivarianos” como Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Los defensores de estos últimos dirán que no hay niños mendigos en Cuba. Tampoco los hay en Canadá, pero aquí la gente tiene un nivel de vida superior y no va a prisión por criticar a su gobierno.

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