Las cuotas de género, una discriminación positiva

ANTINOMIAS

Antonio Fernández Fernández<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Antonio Fernández Fernández*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

“El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”

Simone de Beauvoir

Cada día cobran mayor importancia las cuestiones de género, provocando todo tipo de discusiones; sin embargo, es una realidad que afortunadamente no se puede detener, pero debemos tener mucho cuidado de que no se distorsionen las verdaderas razones de su ser, ya que en muchos casos pueden generar una falsa apariencia de equidad.

La política de cuotas de género es el resultado de una larga lucha para romper la hegemonía de los hombres, sobre todo en los sectores de la política y la administración pública, donde los hombres tenían casi todos los cargos públicos, pasando por la Iglesia, la banca, los jueces, y en general, toda la vida pública.

Fue en el norte de Europa, en la década de los 70 del siglo XX, donde surgieron los primeros movimientos y reformas para incluir en los cargos públicos a las mujeres, iniciando así un cambio incontenible. Fue hasta el año de 1990, que Francia aprobó una reforma electoral para obtener una paridad en las listas electorales; mientras que en México se logró hasta 1996, estableciendo el 30 por ciento de cuotas para mujeres, que fue aumentando en el 2008 al 40 por ciento, y en el 2014 llegaron a la paridad.

En México, poco a poco se han ido abriendo espacios para las mujeres, así hemos visto gobernadoras en los estados, ministras de la Suprema Corte; en el 2012 fue nombrada la primera directora de la Facultad de Derecho de la UNAM, y en el 2016 se nombró a la primera presidenta del Colegio de Notarios de la CDMX, y apenas en el 2022 se nombró a la primera gobernadora del Banco de México, y en este año también fue nombrada la primera mujer directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, como podemos ver, apenas las instituciones se abren para ser presididas por mujeres.

En general, las cuotas de género son una discriminación positiva, el problema, como lo señala Blanya Cristina Correal, es que no siempre, ni en todas las áreas, pueden funcionar las cuotas 50/50, y comenta que lo importante es generar las condiciones de igualdad en la competencia y en las oportunidades, y no que sólo sea una cuota per se.

La cuestión es muy delicada, porque mientras en la administración pública pueden aplicarse las cuotas de género, en la iniciativa privada es diferente, ahí deben funcionar los esquemas de competencia y capacidad, con sistemas imparciales de oportunidades, lo cual ha sido muy lento; por ejemplo, tenemos que entre las 155 mayores empresas del país, tan sólo dos están dirigidas por mujeres.

Pero tampoco pueden funcionar esquemas como el instaurado por el Colegio de Notarios de la CDMX, el cual estableció un curso de preparación sólo para mujeres abogadas, porque en carreras como la del notariado debe imperar la imparcialidad y la libre competencia en igualdad de condiciones, en este caso, lo que debe vigilarse es que sean examinadas en igualdad de condiciones que los hombres, y que no domine la discriminación, ya que en esta carrera, como en muchas otras, lo importante es la capacidad y el conocimiento de la materia.

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