El marco de la puerta

FRENTE AL VÉRTIGO

Pedro Sánchez Rodríguez*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Movimiento Ciudadano anunció que no participará más en la contienda para la gubernatura del Estado de México, en donde tenían menos de 1% de probabilidad de ganar y en la que nunca superaron el 10% de preferencia electoral en las campañas. A todas luces Movimiento Ciudadano invirtió diez pesos en la campaña de Juan Zepeda y ahora se da el lujo de retirarse y dejar de invertir dinero en una contienda que no iba a ganar.

MC prefirió no desgastar su marca y sanar sus filas para el 2024. Durante este tiempo y antes de pensar en una alianza con el PAN y el PRI, o incluso con Morena, el partido debe de ordenarse y redimensionarse. Detrás de la fachada de ser un partido progresista que representa las preferencias de las clases medias, hay una pregunta de base: ¿qué es en realidad Movimiento Ciudadano?

Tres teorías: la primera, MC es el proyecto personal de Dante Delgado para contender a la presidencia; la segunda, es un partido con base en Jalisco en donde Enrique Alfaro y su grupo tienen mano sobre su vida interna; la tercera, es un partido chico con grandes victorias locales pero sin proyección nacional.

Como sea, la elección del Estado de México sirvió para anticipar su desempeño en las elecciones federales. Así como Movimiento Ciudadano no pudo contender de forma seria en estas elecciones locales, no podrá contender en la elección presidencial. Podrá estar en la mente de la clase media y la intelectualidad mexicana, podrá estar creciendo, pero en números sigue siendo un partido chico.  Aun cuando dentro de las filas de MC hay legisladores de altísima talla, son pocos: en la Cámara de Diputados representan el 5% y en el Senado el 9% de los asientos. Electoralmente, MC acumula al 10% de los votantes. Es decir, por lo que hace a peso e influencia, MC está más cerca del PVEM, el PT y el PRD, que el PAN, el PRI y, por supuesto, Morena.

Ahora que se dieron el año libre, ya en sus cuarteles, deberían aprovechar para medirse en el marco de la puerta y mirarse en el espejo, sin la pretensión de replicar lo hecho por Morena o Boric en Chile, para reconocer que el papel que la coyuntura le demanda es el de coaligado. Con esa perspectiva, sin ceder a presiones y reconociendo que han sido lo suficientemente cuidadosos para encajar tanto en la alianza del gobierno como en la de la oposición, se pueden dar el lujo de esperar los resultados de las encuestas de Morena para la candidatura presidencial y medir las probabilidades de victoria de la alianza, para decantarse por la opción que fortalezca más su marca de cara al 2030.

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