Buena parte de los priistas se han vestido oficialmente de morenistas sin pudor alguno. A algunos exgobernadores los han “premiado” con cargos diplomáticos, lo cual en el fondo no queda claro si es por los favores recibidos, porque al final le cayeron bien al Presidente o por sobrevivencia.
La dirigencia del PRI, en un proceso de dar patadas de ahogado, ha optado por expulsarlos como si esto les causara algún tipo de preocupación a los afectados.
El caso más reciente es el del exgobernador de Hidalgo. Renunció al PRI, se presume antes de aceptar una embajada o algún cargo diplomático. Todo indica que al hacerlo trató de evitar un escándalo más y, en una de ésas, también quitarle el foco de atención y crítica que eventualmente pudiera hacérsele al Presidente.
Hace algunos meses Omar Fayad insinuó que quería ser presidente del PRI. Como se ve más bien era una finta antes de dejar al tricolor, cuestión que en el propio partido veían venir. Podría ser un caso más; sin embargo, lo que lo hace diferente es que la bancada priista local se ha declarado “independiente”, lo cual significa un singular proceso de acercamiento a Morena.
La salida de Omar Fayad del tricolor estaba más que cantada. De alguna manera el mismo Fayad se encargó de ello a lo largo de la campaña para gobernador de Hidalgo, donde lo único que hizo fue ir a votar.
Estos escenarios muestran el deterioro del PRI. La base tricolor en muchos estados ya es parte de Morena. La misma rentabilidad que le dio al PRI todos sus mecanismos de movilización y clientelismo es la misma que hoy con expriIstas ha adquirido Morena.
Tienen sentido los cuestionamientos que particularmente en el PAN se han hecho sobre mantener una alianza con el tricolor. En una rápida lectura de las elecciones en Edomex y Coahuila queda claro que mientras que en el primer estado la marca PRI no funcionó a pesar de la alianza, muchos votos fueron gracias al PAN, en tanto que en Coahuila ganó más el personaje que el partido. A Alejandra del Moral la fueron dejando sola, en tanto que con Manolo Jiménez todos trataron de subirse al carrito alegórico.
En medio de todo esto no queda claro hasta dónde estaría dispuesto a llegar el PRI y hasta dónde terminaría optando por hacer alianzas bajo la mesa con Morena. El proceso de deterioro no para, no hay día en que no se hable de sangrías en el tricolor, ya sea porque se asumen singularmente “independientes” o porque se entregan a Morena.
En el PRI siguen sin asumir que la elección del 2018 fue un golpe al partido. Es cierto que el voto también tiene que ver con el PAN, particularmente por lo de PRIAN, pero está claro que el voto iba directo contra quien era el presidente y contra todo el proceso de corrupción del último sexenio, que era parte de la gobernabilidad del país.
Para el Presidente basta con sólo mover tantito la memoria colectiva y recordar aquellos años, para que se incremente la distancia con todo lo que significa el PRI y en algún sentido el PAN. Le es suficiente también para que el grueso de sus furibundos seguidores olviden los actos de corrupción de este sexenio. Es inaudito que el tema Segalmex esté pasando materialmente de largo, al igual que la entrega de dinero a los hermanos del Presidente, por mencionar algunos.
El PRI es desde hace tiempo mala marca. La alianza de la oposición tiene que medir lo que va a hacer, no vaya a ser que termine con el tricolor en términos de “ni contigo ni sin ti”.
El Presidente no deja de tener en la mira al tricolor. Si alguien sabe de lo que padecen, con todo y enjuagues, es el tabasqueño.
RESQUICIOS.
Hipólito Mora es el fundador de las autodefensas en Michoacán. Desde entonces ha estado luchando por la paz en la zona caliente, y hoy de nuevo enfrenta la confusión de la estrategia oficial y la presencia de la delincuencia organizada la cual nos dice, “se pasea por las calles y todos sabemos muy bien quiénes son”.