Dedazos

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Una sociedad hipócrita merece partidos y actores políticos cínicos. Descalificar y acusar es deporte nacional, la vida pública en premisas falsas y mañosas. De uno y otro lado.

Los cuatroteístas corean la partitura presidencial: a Xóchitl la pusieron los poderes fácticos aliados con la partidocracia opositora. Lo malo y lo peor juntos. Detallistas e incapaces de mirarse al espejo, afirman que la unción de la nueva eXperanza cambió de guion por decreto empresarial.

Los no querientes de la 4T sentencian: a la candidata de Morena la impone el Presidente. El nuevo viejo priismo de Morena. Con 12,500 encuestas tan confiables como los sentimientos del pueblo que tradujeron durante décadas la CTM, CNC y CROC para acompañar el dedazo sexenal. Ambos bandos tienen la razón. Parcialmente.

Hace medio año ni cierta cúpula empresarial, ni las cabezas visibles de PAN, PRI y PRD veían en la senadora Xóchitl Gálvez un proyecto de calado nacional.

La esbeltez de sus prospectos preferidos y el desprestigio compartido fueron tierra fértil para que uno de tantos arrebatos del poder presidencial, cerrarle las puertas de la mañanera, junto con otra ocurrencia foxista, provocasen que un par de manoteos sean hoy algo parecido a un tsunami. Habrá que ver su energía y masa.

A Xóchitl la inventó la circunstancia política de quienes se oponen al gobierno y su líder, no un proyecto ideológico. Pero así ocurrió con Cuauhtémoc Cárdenas en la escisión priista-salinista, con Maquío Clouthier, con Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y con el propio Andrés Manuel López Obrador. Frutos de sus temporales contextos.

Hace medio sexenio, quien encarna el alma y cuerpo de Morena, ya tenía claro que era Claudia. El proyecto histórico, la convicción por instaurar más que por gobernar, trascender así sea en libros de texto gratuitos y el crónico sospechosismo contra complots y deslealtades, apuntalaron el proyecto en la vertical estructura de poder que gestiona la autoproclamada transformación republicana.

Y sí, también así ha sucedido desde el poder en otros tiempos no del todo superados. La lealtad al proyecto, la lectura de clima en función de un ideal, revolucionario e institucional, el neoliberalismo, la alternancia, la otra, la que es. Cada presidente ha moldeado las circunstancias para que su dedo no falle a la hora de apuntar y apuntalar.

Dos procesos imperfectos con todas las que la ley de la costumbre nos impone.

Forma es fondo. Agustín Basave, ideólogo y operador de Luis Donaldo Colosio padre, entrevistó al hijo de su malogrado amigo y candidato presidencial en 1994. El alcalde de Monterrey le dijo, justo a él, promotor de una alianza MC-Frente Amplio Opositor, que no va a dividir el voto entre quienes buscan la cuarta alternancia postrevolucionaria.

Semana de definiciones donde hoy, como ayer, nuestro costumbrismo político goza de cabal salud y se impone. A pesar de la demagogia de uno y otro lado.

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