Karla lleva cuatro años en el penal de Apizaco, Tlaxcala, acusada del feminicidio de una agente de la Policía Federal Ministerial, hecho que hasta ahora no le han podido comprobar.
Esta historia quizás le suene familiar. Digno del sistema de justicia penal mexicano: ocurría un hecho, sin investigar lo suficiente las autoridades daban con un chivo expiatorio, le giraban una orden de aprehensión, el acusado pasaba años encerrado esperando que se le comprobara el delito; al final —y luego de décadas tras las rejas— venía el famoso “usted disculpe”.
El nuevo sistema de justicia, el de los juicios orales, prometía terminar con estos vicios. La reforma se promulgó en 2008 y entró en vigor en todo el país tras ocho años de transición —tiempo en el que los funcionarios debieron prepararse para la implementación de éste— el 18 de junio de 2016.
Desafortunadamente, el nuevo sistema ya está plagado de irregularidades y perversiones. El caso del que le hablo es un ejemplo y ocurrió tres años después de la entrada en vigor de los juicios orales.
La víctima fue asesinada con disparos de arma de fuego el 3 de junio de 2019 en Tlaxcala; ese día, a la hora en que a la mujer en cuestión le arrebataron la vida, Karla estaba en Puebla, asistiendo a un curso de formación para convertirse en Ministerio Público de la entidad.
Karla siguió en la etapa de formación y en julio de 2019 recibió su nombramiento en la Fiscalía estatal. Sorpresivamente, en octubre de 2019, dos agentes ministeriales se le presentaron con una orden de aprehensión por el delito de feminicidio.
Fue vinculada a prisión preventiva por tres meses y luego vino la pandemia, los actos de investigación se detuvieron.
A Karla nunca le hicieron una prueba para comprobar que, efectivamente, ella había disparado; en los videos presentados en su contra aparece una mujer de aproximadamente 1.70 de estatura ejecutando a la víctima, Karla mide 1.54. Quiso comprobar esto mediante peritajes de antropometría que al final no le fueron aceptados.
La parte acusadora tampoco presentó otros medios como peritajes en telefonía para ubicar a Karla cerca del lugar de los hechos o relacionarla con la víctima, y lo único que mantiene a esta presunta culpable tras las rejas son dos testimonios de personas que aseguran haber visto a una mujer parecida a ella rondando a la víctima horas antes de los hechos.
Tras cuatro años, Karla sigue luchando por demostrar su inocencia ante un sistema penal que prometía terminar con todas estas injusticias, pero en el que siguen prevaleciendo criterios aberrantes de funcionarios que no saben operarlo.
En el baúl. El Instituto Nacional de Antropología e Historia busca donadores para rescatar la pirámide de la Serpiente Emplumada en Teotihuacan. A través de un portal pide a los ciudadanos que donen a partir de 20 pesos para llevar a cabo un proyecto de preservación que contempla la construcción de un techo para la pirámide. Sí, leyó usted bien… ante la falta de recursos, el INAH está pasando la charola entre los ciudadanos para salvaguardar el patrimonio nacional. Nada que agregar.
Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!