Independientemente de las innumerables elucubraciones sobre el futuro del Presidente, muchas de atendibles, una de las cuestiones más importantes es cómo desarrollará su gobierno Claudia Sheinbaum desde el primer día de su gestión.
Hay pocos indicios por ahora, porque el Presidente se ha encargado de concentrar la atención en todos los sentidos sin que aparezcan elementos que pudieran dar una idea de qué hará en fondo y forma la futura Presidenta. A menudo sus opiniones pasan a segundo plano, porque López Obrador sigue concentrando toda la atención sin que se vea intención de abrir mínimamente los espacios, incluso en actos en que se encuentra presente la futura Presidenta.
Por más que para muchos sea una gracejada señalar que Claudia Sheinbaum será como Carlota, sin duda lo que hizo fue colocar a la futura Presidenta en un momento incómodo.
López Obrador va a dejar un vacío, el cual puede desatar enconos, pasiones y confrontaciones entre sus millones de seguidores, empezando por los partidos. En los últimos 18 años de la vida del país ha sido quien ha impuesto la agenda, y estos seis años ha sido quien la ha impuesto.
Lo que se viene en lo inmediato es inédito y una incógnita. No queda claro cuáles serán las formas de la nueva Presidenta para la gobernabilidad, pareciera que no quiere ni deshacerse de las mañaneras, lo que la coloca bajo las formas y mecanismos del Presidente.
De la noche a la mañana México va a ser gobernado por una mujer, sin duda un hecho histórico, pero el vacío que se puede enfrentar durante algún tiempo por la presencia abrumadora de López Obrador en la gobernabilidad pudiera provocar una serie de reacomodos, incluso cabe la posibilidad de que la futura Presidenta se pase un tiempo con poca capacidad de maniobra.
López Obrador le ha quitado y reducido el espacio a la Presidenta electa. La ha llevado por los terrenos en que quiere el Presidente. Sheinbaum no ha podido ni tener algo así como una gira de agradecimiento por el voto que la llevó a la Presidencia. López Obrador la lleva sin quedar claro si lo que pretende es dejarle las tareas que no ha terminado o sumarla a su gira por todo el país en agradecimiento por estos seis años.
La futura Presidenta tiene su lugar, pero esto no es indicativo de que se pueda mover como quisiera, sobre todo, para ir trabajando y escuchando voces que le planteen los problemas y vicios que este gobierno inevitablemente tiene. Se ha tratado de hacer ver que Sheinbaum es, en definitiva, la continuidad de López Obrador pasando por alto los proyectos y percepción del país que de manera muy particular tiene la futura Presidenta.
Obviamente, López Obrador quiere gobernar hasta el último momento, está en su derecho. No deja pasar un solo momento, recordemos que a los dos días que ganó las elecciones Peña Nieto materialmente se hizo a un lado y desde ese momento parecía que estaba gobernando.
Echó a andar en lo inmediato sus proyectos, recordemos que en ese tiempo el Congreso aprobó varias de sus propuestas, además de que hizo una discrecional e incompleta encuesta sobre el aeropuerto de Texcoco, el cual fue cancelado con todas las repercusiones que sigue teniendo.
Claudia Sheinbaum va a pelear por su gobernabilidad. Va a querer hacerse valer, pero también sabe que la imagen de López Obrador se puede convertir en un fantasma.
Es lógico que diga que se irá a su rancho y que va a desaparecer. No vemos tan sencillo que de un día para otro esto suceda. Quizá lo hará, pero ya está desde ahora en los terrenos de ser un fantasma que no dejará de estar entre nosotros.
RESQUICIOS.
La siguiente reforma pasa por la desaparición de siete institutos autónomos. Algunos de ellos han buscado dialogar con el Gobierno y el Congreso. No han tenido respuesta, más bien la mayoría repite lo que ha dicho el Presidente durante seis años. Algunos de los institutos tienen propuestas para reducir presupuestos, pero es claro que no habrá diálogo.