MARCAJE PERSONAL

Nerón en La Casa Blanca

Julián Andrade *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

La tempestad está en puerta. Con Donald Trump no habrá un solo escenario sencillo, es más, todas las opciones serán costosas, dolorosas.

Para el Gobierno de México significará un desafío de grandes proporciones. Se sabía del factor de letalidad que provendría del triunfo del expresidente, pero al acercarse la hora de su toma de protesta, en enero próximo, el golpe de realidad se impone.

Más allá de las medidas que tome Trump y de su escala, hay que estar preparados. Seguridad, migración y economía, ahí están los temas prioritarios, los catalizadores de las presiones que se manifiestan en la percepción de que las omisiones ante el crimen organizado son responsables de la epidemia de fentanilo, que la frontera es porosa y que el T-MEC tendrá que ser revisado.

Trump no se moderará, se irá radicalizando, porque tiene prisa de terminar con lo que considera “el pantano de Washington” y con cada uno de los contrapesos al poder presidencial.

Un esbozo de lo que está por ocurrir lo podemos encontrar en el “Proyecto 2025”, un plan elaborado por The Heritage Foundation, que muestra la hoja de ruta de un corrimiento a la ultraderecha y que tiene acciones específicas para llevarse a cabo, entre ellas, la de asegurar la frontera, terminar de construir el muro y deportar a los inmigrantes ilegales.

The Heritage Foundation es un centro de pensamiento conservador, que tiene influencia desde Donald Reagan, y que se empeña en dar solidez a una narrativa cuyo eje es la recuperación de Estados Unidos, reducción del costo de la burocracia y la imposición de los valores familiares.

Durante la campaña presidencial, Trump negó cualquier tipo de alineamiento con el “Proyecto 2025”, pero lo hizo, sobre todo, porque estaba también en búsqueda del voto de segmentos menos conservadores e inclusive liberales.

Pero las coincidencias con el talante del proyecto son evidentes, y la llegada de personajes como Russel Vought o Tom Homan, el primero para administrar el presupuesto y el segundo como zar de la frontera, dan pistas de una apuesta, más que notoria, por medidas de dureza.

Trump no es un accidente de la historia, es un reflejo de lo que quiere y pide una mayoría ciudadana, al menos por ahora. Estados Unidos entrará en un cambio de época, que significará una transformación radical del sistema democrático.

Ya se observan los trazos de lo que será su administración, con sus amenazas.

Puede hacer lo que dice, porque cuenta con un control absoluto, que se muestra en su ascendencia en la Suprema Corte, su potencia en el Poder Legislativo, y el control que ejerce en el Partido Republicano.

Es inquietante advertir que vuelve a la Casa Blanca un personaje que se separa de la tradición liberal, pero más vale aceptarlo, porque así son las cosas y se tendrá que vivir con ellas. Es un Nerón y está ávido del fuego.

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