Sin crisis a la vista

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

No queda duda que, como era previsto, septiembre ha sido el mes de fuertes definiciones con fuerte turbulencia e incertidumbre financiera. Con hechos como la confirmación de la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, la aprobación de la reforma judicial, así como la expectativa de aprobación de al menos otra reforma constitucional en lo que resta del mes, y en el plano externo, la sorpresiva baja de medio punto porcentual en la tasa de interés por parte de la Fed, han sido factores que han modificado las expectativas económicas para éste y el próximo año.

Con especial énfasis hemos visto como los pronósticos de crecimiento han venido deteriorándose progresivamente. De acuerdo con el consenso de analistas en la Encuesta de Citibanamex, la estimación del PIB para este año ha pasado de 2.3% en el primer trimestre a sólo 1.5% en esta semana y para el año que viene el ajuste es similar, ahora sólo se estima un incremento de 1.3%.

Destaco varios elementos de estas expectativas. En primer lugar, las estimaciones para ambos años apuntan a un raquítico crecimiento que contrasta con el avance económico de los últimos dos años superior al 3.0%. En segundo lugar, el fuerte ajuste a la baja en el pronóstico para este año obedece principalmente a un factor externo; es decir, a la desaceleración de las exportaciones manufactureras que responde al menor dinamismo del mercado de Estados Unidos. Aunque también cabe notar que el consumo y la inversión se han desacelerado, pero en menor medida.

Un tercer elemento se refiere a la fuerte incertidumbre que se registra al interior de la encuesta para el pronóstico del PIB de 2025. En la encuesta referida hay una gran dispersión de los pronósticos de los analistas con valores máximo y mínimo que están en un rango de 2.1% y 0.5% (con una desviación estándar también significativa de 0.4 puntos porcentuales). Ello desde mi punto de vista refleja las dudas en torno al posible impacto que tendrá sobre las decisiones de inversión la aprobación de la reforma judicial y la posible desaceleración de la economía de Estados Unidos.

Un cuarto punto que quizá sea el menos negativo se refiere al hecho de que tanto en el consenso como en las estimaciones de todos los analistas no se vislumbra una visión catastrófica que señale una crisis económica que implique una caída de la producción nacional. Si bien éste último escenario no puede descartarse, lo que las expectativas apuntan es que su probabilidad es a la fecha muy baja.

Es claro que hay factores que frenarán la economía en el próximo año, como el anticipado ajuste en el gasto público para corregir el importante desequilibrio de este año (un déficit cercano al 6.0% del PIB), y la evidencia empírica que señala una pérdida de crecimiento a la entrada de cada nueva administración (por motivos de adaptación y reajuste de las políticas públicas), pero también un elemento fundamental será la propuesta del programa económico de la nueva administración cuya viabilidad y esfuerzo por garantizar la estabilidad macroeconómica serán fundamentales para lograr confianza y certidumbre. Ello podría inclinar la balanza hacia un escenario menos negativo. Veremos que tanto lo logra.