Yemanyá y Jesucristo

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
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¿Por qué los ríos llevan agua de la tierra al mar y no viceversa? Yemanyá era exuberante y despertó el deseo de Okere que le propuso matrimonio. Ella condicionó el sí a que él nunca se burlara del tamaño de sus senos. Okere le aseguró que jamás podría ridiculizar la belleza que tanto lo atraía. Pero, ya casados, una noche, borracho, Okere peleó con su esposa Yemanyá y le salió del corazón ofenderla, riéndose de sus grandes pechos. Ella lo abandonó para siempre y su partida, hacia la costa, formó un río.

Yemanyá es venerada en África Occidental, Nuevo Orleans, Cuba y Brasil. Dado que millones de africanos fueron llevados en barcos, como esclavos, a través del océano Pacífico, como diosa del mar ella se convertiría en la más popular orisha o deidad protectora entre los afroamericanos.

Aunque Yemanyá se festeja el 2 de febrero en Brasil, escribo esto a propósito de la Semana Santa cristiana, para destacar que hay más de una tradición religiosa en nuestro continente. El cristianismo es la principal causa cultural de nuestra mentalidad universalista, la asociada a los derechos humanos, y las religiones animistas africanas y amerindias son fuente de pensamiento ecológico, de conexión con la naturaleza. Veamos.

Los cristianos derrotaron al panteón romano (deidades múltiples) y lo sustituyeron por un Dios único, con sus máximas morales. Luego, hace mil quinientos años, la Iglesia católica comenzó a disolver los clanes y las alianzas familiares europeas. Creó un continente de personas autónomas. Primero convenció a los ricos de que era muy difícil irse al cielo si no donaban parte de su riqueza a la Iglesia, lo cual debilitó a las familias más poderosas. También prohibió el matrimonio entre primos hermanos, lo cual terminó por romper lazos tribales y construyó el continente más centrado en la autonomía personal. El resultado lo conocemos: los occidentales se caracterizan por un pensamiento analítico, universalista, abstracto y personalista, contra la mentalidad más holística, particularista, situada y comunitaria de pueblos indígenas y afrodescendientes. Lo que digo es una generalización, claro, pero ha sido validada por Joseph Henrich con estadísticas que abarcan siglos, gracias a la ciencia de datos.

A nivel religioso, la tradición judeocristiana nos acerca a una ética de reglas en la cual el prójimo ya no es necesariamente el próximo, el más cercano. Muchos occidentales prefieren depositar donaciones a una ONG y se niegan a darle limosna al mendigo del barrio.

Gracias a nuestros pueblos indígenas y afrodescendientes, por otro lado, podemos recuperar un sentido religioso primordial. Las diosas y los dioses de estas culturas son las fuerzas naturales, son el mundo, sagrado. Pierre Verger escribió que el candomblé de origen africano es una religión que sirve para expresarse a través del inconsciente: “El trance es una posibilidad que tiene el inconsciente de mostrarse”. Quienes practican capoeira, por ejemplo, lo hacen bajo el trance de un instrumento musical, el berimbau, y de los cantos de las personas que rodean a quienes danzan en la práctica de este arte-lucha, cantos muchas veces en honor a Yemanyá.