Rafael Rojas

Los universitarios frente a Milei

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

Miles de estudiantes argentinos protestan contra los recortes de Milei a las universidades.
Miles de estudiantes argentinos protestan contra los recortes de Milei a las universidades.Foto: AP
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La educación superior ha sido un blanco habitual del proyecto de Javier Milei en Argentina desde antes de la pasada campaña electoral. Un primer estorbo para la idea de sociedad que promueve La Libertad Avanza tiene que ver con el gasto público del Estado. Ya no parece funcionar enfrentarlo con una red alternativa de pequeñas universidades privadas: hay que ir más allá y aplicar recortes agresivos.

Quedó clara dicha ofensiva en los capítulos educativos de la Ley Ómnibus, pero también en la decisión de eliminar, a principios de este año, el Fondo de Incentivo Docente (FONID) del sistema público. Dicho fondo se aplicaba por medio de transferencias de la federación a los gobiernos provinciales para que se supliesen los sueldos de maestros y profesores.

La suspensión del FONID se agregó a la serie de pleitos presupuestales entre Milei y los gobernadores. No faltó en las redes sociales quien observara que el presidente libertario, que se dice seguidor del liberal del siglo XIX, Juan Bautista Alberdi, se parecía más, en sus arrebatos anti intelectuales y en sus conflictos con las provincias, al caudillo Juan Manuel de Rosas.

Por si fuera poco, a principios de este mes, el portavoz del gobierno, Manuel Adorni, anunció que el gobierno argentino preparaba una reforma legislativa para “penar el adoctrinamiento en las escuelas”. De acuerdo con Adorni se crearía un canal de padres de familia para denunciar la ideologización de las ciencias sociales y la historia en la enseñanza pública.

El plan, que recuerda algunas iniciativas de Donald Trump en Estados Unidos, Víctor Orbán en Hungría y otros líderes de la alt right contemporánea, no parece ser una ocurrencia sino toda una reforma en regla de los artículos 11 y 126 de la Ley Nacional de Educación en la Argentina. No hace mucho, un decreto de Vladimir Putin en Rusia convocaba a los padres de familias de Rusia a delatar cualquier “propaganda de relaciones no tradicionales” en medios y redes.

De acuerdo con Adorni, el canal de los padres de familia sería creado por el Ministerio de Capital Humano y permitiría que padres y alumnos pudieran denunciar a aquellos profesores y maestros que violaran su derecho a educarse y a expresarse libremente. En medios argentinos se debatieron múltiples casos posibles de “adoctrinamiento”: desde un cuestionamiento de la soberanía argentina sobre las Malvinas hasta la exaltación de Néstor y Cristina Kirchner, ya no al nivel de Perón y Evita, sino de San Martín y Belgrano.

Como comentara el escritor Martín Kohan, si Milei y muchos de sus seguidores fueran políticos tecnocráticos, nada doctrinarios o supuestamente instalados en algún lugar más allá de las ideologías, podría dárseles el beneficio de la duda en su crítica al adoctrinamiento. Pero Milei no sólo presume de poseer una ideología o una doctrina, que atribuye al economista Murray Rothbard, sino que también considera que la suya es superior a las otras.

La reacción de las universidades argentinas a los recortes y las amenazas del gobierno de Milei eran inevitables. No porque se trate de un sector capturado por el peronismo, mucho menos por el kirchnerismo, como tantos repiten. Era inevitable porque el tipo de derecha que ha llegado al poder en Argentina, que ya ha gobernado en otras partes del mundo, está enfrascado en una lucha contra lo que entiende como “marxismo cultural” (antirracismo, feminismo, ambientalismo, comunitarismo…), y que no como un bloque único sino como muestra diversa tiene gran peso en las universidades públicas argentinas.

La resistencia de las universidades a Milei apenas comienza en Argentina, pero los ataques del ideólogo Milei contra el campo académico argentino comenzaron hace mucho. Subestimar esa embestida ideológica fue un error de las izquierdas argentinas durante la pasada campaña electoral. Volver a subestimar a Milei, ahora en el poder, puede ser más grave aún.