a

Le disputa la recolección del insumo

Venta ilegal de aceite amaga producción de biodiésel en CDMX

Acaparan la grasa utilizada en restaurantes y cocinas, que pagan a 100 pesos por bidón; la práctica complica que haya suficiente recurso para crear energía alternativa

Instalaciones de la nueva planta de bioenergía en la Central de Abasto de la Ciudad de México, el 30 de junio.Foto: Cuartoscuro
Por:

“Compro aceite de cocina usado”, así se promocionan en CDMX y Estado de México supuestas empresas ecológicas a través de grupos y páginas de Facebook para recolectar bidones de aceite de cocina, que pagan a 100 pesos; el mismo insumo que a partir de este año buscará concentrar la nueva planta de biodiésel de la Central de Abasto (Ceda), un proyecto auspiciado por el Gobierno de Claudia Sheinbaum.

Pese a que se identifican como iniciativas ambientales, la mayoría no cuenta con certificación o carece de los conocimientos para procesar el aceite vegetal.

Violeta Mena, profesora e investigadora del Instituto Politécnico Nacional y responsable técnico del proyecto que arrancó en la Ceda el pasado 30 de junio, explicó a La Razón que este ingrediente se revende en el mercado informal de comida, particularmente en los puestos ambulantes que usan aceite en grandes cantidades para ofrecer alimentos fritos.

Hay un mercado negro en los aceites vegetales de desecho, está en los restaurantes donde comemos. Detrás de las cortinas, el aceite es recolectado a veces clandestinamente y lo venden a tres pesos el litro, incluso va subiendo o bajando según como va la demanda y eso se hace desde hace 30 años

Violeta Mena, Investigadora del IPN

Este mercado, comentó Mena, es aún un terreno poco explorado, pues no hay datos exactos de cuántos litros de aceite circulan de manera ilegal, sólo es un tema que se sabe entre restauranteros.

La práctica ya ha sido investigada desde la academia. A través de un estudio aplicado en 23 restaurantes cercanos a Ciudad Universitaria, donde se sabía que regalaban el aceite, Alejandra Castro, química bióloga farmacéutica de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, pudo registrar el modo en que operan los revendedores.

“Hay un mercado negro en los aceites vegetales de desecho, ese mercado negro está en los restaurantes donde comemos. Detrás de las cortinas, el aceite es recolectado a veces clandestinamente y lo venden a esas personas a tres pesos el litro, incluso va subiendo o bajando según como va la demanda y eso se hace desde hace 30 años, es aceite usado que se reutiliza en las cocinas como aceite nuevo”, contó.

En su estudio, Castro descubrió que la gente que iba a los restaurantes en busca de aceite usado aseguraba a los dueños que utilizaría este recurso para realizar un trabajo en la UNAM, lo cual es falso.

El punto de quiebre para las iniciativas como la planta de biodiésel y la recolección de aceite en el Centro Histórico, insistió, es la cadena antaña de los recolectores ilegales, pues serán un obstáculo para que la planta de la Central de Abasto tenga la materia prima adecuada

Alejandra Castro, Investigadora de la UNAM

El uso de este aceite para fabricar jabones o croquetas, indicó la académica, es legal, pero transformarlo para que parezca limpio y revenderlo es la parte peligrosa y la que implica riesgos graves a la salud.

Los daños por su consumo no son menores, van desde el agrandamiento del hígado y del timo (encargado de la regulación inmunológica del cuerpo), hasta el aumento del peso de los riñones, enfermedades cardiovasculares, menor absorción de nutrientes y efectos sobre las enzimas que metabolizan el colesterol, entre una amplia lista, agregó.

Aunque para Violeta Mena la nueva planta de biodiésel de la Ceda podría ayudar a controlar el mal manejo del aceite, pues ya se trabaja en crear colaboraciones con mercados públicos, cocinas y restaurantes de la capital, para que entreguen sus residuos a esta iniciativa, el mercado ilegal es una amenaza latente.

Gráfico

Alejandra Castro considera que el gran problema de la recolección no está íntimamente relacionado con desecharlo al drenaje, sino con las malas prácticas en su comercialización, un tema de amplio arraigo en la Ciudad de México y su zona metropolitana.

“No es cierto que el aceite vegetal usado se tira a los drenajes, sino que es un dinero, es una ganancia, como lo que pasa con el PET que se recolecta para hacer negocio”, expuso a La Razón.

El punto de quiebre para las iniciativas como la planta de biodiésel y la recolección de aceite en el Centro Histórico, insistió, es la cadena antaña de los recolectores ilegales, pues serán un obstáculo para que la planta de la Central de Abasto tenga la materia prima adecuada, el mercado ilegal provocará que haya desabasto de la grasa y, por lo tanto, no se llegue a las metas programadas.

Por tal razón, llamó a las autoridades a hacer un ajuste en la norma ambiental NADF-AMBT-2015 para que, además de vigilar el buen manejo del aceite, se hagan operativos y revisiones a los lugares que producen grandes cantidades del desecho, con el fin de evitar, sobre todo, que llegue nuevamente a los alimentos fritos que todos disfrutamos.

  • El dato: Impedir que el aceite de cocina se tire después del primer uso ayuda a generar combustible y evita que éste llegue al drenaje. Un litro puede contaminar hasta 40 mil litros de agua potable.
Gráfico