“Los lectores resucitarán su infancia y juventud”

Daniel Espartaco Sánchez (Chihuahua, 1977), narrador que ha sido distinguido con varios reconocimientos literarios: Cosmonauta fue seleccionado como uno de los mejores libros de ficción del año 2011(Nexos). La revista Picnic, lo colocó en la posición 47 entre los cien perfiles más representativos del arte y la cultura contemporánea en México (2012). Autos usados ganó el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada (2013). Memoria de un hombre nuevo (2015) tuvo muy buena acogida por parte de la crítica especializada y los lectores.

Aparece Los nombres de las constelaciones (Dharma Books, 2021), novela en que Espartaco Sánchez narra los trances de Charly, un adolescente meditabundo atrapado en las redes de la nostalgia, quien desde un discurso en primera persona, devela el cosmos desconsolado y radiante de su mundo interior. Sumario irónico que hace referencia a Retrato del artista adolescente, de James Joyce.

Charly, nacido en los años ochenta ha sido fragmentariamente ‘criado’ por la televisión. Su obsesión se convierte en un entusiasmo tan fuerte, que decide escapar de la escuela, para entrar a su casa por la ventana y ponerse a ver la tele toda la mañana. Así descubre los programas de Telesecundaria, transmisiones en las que se da cuenta que puede cultivarse con asuntos mucho más seductores que las que le enseñan en la escuela.

Se respira a través de este ‘bildungsroman mexicano’ una atmósfera de soledad, aversión, humor, fatalidad, quebranto, perplejidad y vaticinio. Realismo que se entromete en lo cotidiano desde los ensueños de un infante que está seguro de los designios de las constelaciones.

“He querido narrar la vida de Charly, en la travesía niño-adulto, quien se pasa los días padeciendo tragedias amorosas, sin expectativas; todo parece ir mal hasta que finalmente encuentra a una persona que lo hará repensar su vida. Esta historia se desarrolla entre las antiguas salas de cine, los rollos fotográficos, viejas proyecciones de películas y el comienzo del Internet”, precisó a La Razón Espartaco Sánchez.

¿Empalme de ironía y nostalgia? Viaje por el tiempo, que rememora la época en que íbamos al cine, o cuando íbamos a los estudios fotográficos para revelar nuestros anticuados rollos de película. Sí, el narrador despliega una buena dosis de humor y sarcasmo no exenta de melancolía.

¿Invitación a revivir la infancia y la juventud? Yo creo que los lectores lo harán: resucitarán su infancia y juventud. Quizás, ese Charly está en la memoria de muchos de nosotros.

¿Determinante en Charly el día que el padre lo lleva a la escuela? Esto se le hace extraño: llevaba caminando solo a la escuela desde que estaba en primer año. Sin embargo, al llegar a la puerta de la escuela, su padre le regalaría un llavero con las llaves de la casa: pretexto para escapar más seguido de la escuela y ver la programación de la Telesecundaria. Un regalo que lo llevará a tomar una serie de decisiones: abandonaría sus estudios, toma diferentes trabajos, descubre el amor y se muda a la Ciudad de México.

¿El desierto como una alegoría? Vive en una ciudad norteña, se escapa de la escuela y camina largas horas bajo el sol del desierto. Él describe su entorno como un arrabal. El desierto es la libertad y la búsqueda. Me interesaba mostrar el mundo interior de Charly: esas caminatas en el desierto son figuraciones de la soledad que lo arropa.