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La demencia deportiva encefalopatía traumática crónica

Hace aproximadamente unos veinte años, comenzaron a documentarse algunos casos de deportistas de alto rendimiento con síntomas de un padecimiento conocido ahora como Encefalopatía Traumática Crónica (ETC). En este artículo, el médico neurólogo especialista en trastornos del movimiento, José Fernando García, nos explica esta enfermedad lamentablemente común en jugadores de rugby, futbol americano, hockey e incluso el futbol soccer, pero también en boxeadores y personas que se someten a entrenamientos militares rudos

Muhammad Ali y Floyd Patterson, 1965.Foto: Art Photo Limited
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-PDF: La Razón de México

“HUBIESE TENIDO PARKINSON si hubiese sido un panadero…” Así, con tal certeza respondió el mítico boxeador Muhammad Ali, al ser cuestionado acerca de la posibilidad de que el historial de golpes recibidos en su cabeza fuera causante de la enfermedad degenerativa que lo aquejó el resto de sus días.

La pregunta formulada (más allá de la polémica respuesta inherente a la personalidad del deportista también conocido como Cassius Clay), sirve de antesala para retomar la discusión, años después de haber sido hecha: ¿Existe realmente una asociación científica entre los traumatismos craneoencefálicos recibidos y un desenlace inexorable hacia la aparición de enfermedades neurológicas?

En primera instancia, se debe repasar brevemente algunos hitos que sirven de contexto a este cuestionamiento.

La primera sorpresa es saber que el interés en el tema data de hace casi un siglo. En 1928, el patólogo estadunidense Harrison Martland publicó un artículo describiendo clínicamente los casos de 23 boxeadores con síntomas neuropsiquiátricos desarrollados a partir de la práctica de este deporte, llamándolo punch drunk syndrome. Algunos años después, en 1954, se hizo una descripción histopatológica en cerebros de boxeadores, sugiriendo una nueva denominación para el síndrome: “demencia pugilística”.

En 2005, el doctor Bennet Omalu publicó un caso clínico compatible con los síntomas y cambios histopatológicos descritos en años previos, en un ex jugador de liga profesional de futbol americano, con lo cual se inició el estudio de la Encefalopatía Traumática Crónica (ETC) en otros deportes, habiéndose documentado y ampliado el número de casos en actividades otros deportes que parecían exentos de este riesgo.

“Cuando miras tres de los peores partidos de mi carrera, hay al menos dos antes de los cuales había sufrido una conmoción cerebral unos días antes… No sé si viviré hasta los 100 años, pero sé que he dañado mi cuerpo”. Raphaël Varane, el defensa de futbol de origen galo que ahora tiene 31 años, declaró eso para una revista deportiva dejando leer entre líneas un mensaje contundente acerca de la necesidad de prevenir, reconocer oportunamente y tratar a los deportistas afectados con una conmoción cerebral.

El síndrome post-conmoción cerebral consiste en la presencia de síntomas (dolor de cabeza, insomnio, vértigo, ansiedad, fatiga, entre otros) que pueden permanecer semanas, meses o años posteriores al evento inicial del traumatismo

¿Equivale una conmoción cerebral a la ETC? ¿Una es consecuencia de la otra o no hay relación alguna entre ambas? En terminología médica una conmoción cerebral es un síndrome clínico caracterizado por una disfunción cerebral transitoria (frecuentemente afecta la memoria y la orientación) que puede implicar o no la pérdida del estado de conciencia y que resulta de un trauma o impacto en la cabeza.

El síndrome post-conmoción cerebral, consiste en la presencia de síntomas (dolor de cabeza, insomnio, vértigo, ansiedad, fatiga, entre otros) que pueden permanecer semanas, meses o años posteriores al evento inicial del traumatismo.

LA ETC ES EL SÍNDROME que aparece a largo plazo como consecuencia de traumatismos recurrentes a la cabeza, que pueden ser sintomáticos (conmoción cerebral) o asintomáticos. Dicho de otro modo, las conmociones cerebrales repetitivas (de las cuales se puede percatar un médico), son un factor de riesgo para la aparición en años posteriores de ETC, pero también lo son los eventos de traumatismos craneoencefálicos que no generan síntomas en la persona que los sufre y que por tanto pueden pasar totalmente inadvertidos aun por personal especializado. Sus síntomas son heterogéneos y suelen ser progresivos, y afectan los dominios de cognición, comportamiento y estado de ánimo. Algunos ejemplos son la disminución en la capacidad de atención y concentración; alteraciones en la memoria; disfunción ejecutiva, del juicio o en la resolución de problemas; depresión, ansiedad y alteración del control de impulsos, entre otros. En los casos más graves se ha reportado demencia y síntomas de alteración motora muy similares a la enfermedad de Parkinson (conocidos en la jerga médica como parkinsonismo).

¿Se pueden entender y correlacionar las manifestaciones clínicas descritas con los hallazgos patológicos a nivel neuronal y extra neuronal en la ETC? Únicamente de manera parcial, pues no son consistentes en todas las autopsias realizadas, además que algunas de las proteínas anómalas a nivel cerebral descritas pueden encontrarse asociadas al proceso de envejecimiento independientemente del historial de traumatismos craneoencefálicos.

Quedarían entonces por responderse otras preguntas: ¿Cuál es la cantidad mínima necesaria de impactos recibidos a la cabeza para desarrollar ETC? ¿Basta uno solo de ellos de suficiente intensidad? ¿Son los factores genéticos (antecedentes familiares), ambientales (reserva cognitiva, edad del primer traumatismo) o ambos, los más determinantes para su aparición? ¿Cuál es el mejor tratamiento una vez diagnosticado? ¿Habrá forma de revertir los cambios histopatológicos y evitar la aparición de los síntomas clínicos?

Al final, no fue posible determinar si Muhammad Ali tenía razón o no, sin embargo, ahora existe consenso que en cualquier actividad deportiva, es de suma importancia la prevención del trauma y protección al cerebro, director de orquesta de todo lo que somos.