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Mark Lanegan

La canción #6

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Volvió de la muerte dos veces, como un Lázaro del rock, una por sobredosis y otra por Covid-19. Era creador de rock alternativo antes de que Spin inventara el término. Alcohólico y drogadicto desde la adolescencia, casi pierde un brazo por infección de aguja, pasó diez días en coma por un pasón y estuvo preso un año por robo. Nunca confíes en nadie que no haya estado en la cárcel, decían los Ángeles del Infierno. Y Mark Lanegan conocía ese blues, fue el artista más confiable de la generación grunge, el más experimentado y prolífico. Su tercera muerte, a los 57 años, fue la vencida.

Pero antes de irse hizo ruido. Primero con los hermanos Conner en los Screaming Trees, un grupo psicodélico de cochera gringa que en 1984 ya tocaba lo que más tarde sería llamado grunge. El salto lo dieron en 1989 con Buzz Factory, producido por Jack Endino. Pronto se les colocó en el mismo combo del Sonido Seattle. Chris Cornell produjo Uncle Anesthesia y Don Fleming, Sweet Oblivion, con el éxito de “Nearly Lost You”, incluida en la película Vida de solteros, de Cameron Crowe. Pero tras el estupendo Dust, luego de ocho álbumes y cuatro EPs, los Árboles Gritones se desintegraron en el 2000.

Estuvo hospitalizado por Covid-19 y pasó un mes en coma,
en pesadillas psicodélicas 

Tenía tanto que cantar acerca del dolor y la belleza con su voz amarilla, extenuada de nicotina, barítono áspero y terso. Diez años antes había iniciado una carrera solista con The Winding Sheet, doce álbumes de rock-folk-country-electrónico que culminaron con Straight Songs of Sorrow en 2020. Esa carrera incluye los más de veinte discos que grabó con Isobel Campbell de Belle & Sebastian, Greg Dulli y Guke Garwood, sus veintisiete sencillos y más de cien colaboraciones con músicos de toda laya. Al difuminarse la onda expansiva de Seattle, Lanegan fue el único de su especie que transitó hacia el resquicio del rock pesado y alucinado del desierto, el stoner. Y lo hizo con uno de sus gestores, Josh Homme en Queens Of the Stone Age durante grandes discos: Rated R, el clásico Songs for the Deaf y Lullabies to Paralyze. Con sus casi 1.90 m de altura, fue la voz de intersección entre los géneros americanos que combinan la psicodelia, el metal y el punk.

Un día de 2021 despertó sordo y sin poder caminar. Estuvo hospitalizado por Covid-19 y pasó más de un mes en coma, atrapado en las pesadillas psicodélicas que describe en Devil in a Coma, el libro que escribió. Ésta era su otra faceta: publicó seis títulos de poesía, memorias e historias. Antes de morir apareció el poemario Leaving California. Una leyenda, catalizador del rock y filtro emocional de la Generación X.