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Antonio Michel Guardiola

Interdependencia pesa más que independencia

ARISTAS

Antonio Michel Guardiola
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Todo apuntaba a que AMLO aprovecharía el 16 de septiembre para fortalecer su narrativa socialista, atacar a Estados Unidos y defender la soberanía. Sin embargo, de última hora, López Obrador cambió de opinión y dio un giro completo. Al parecer, su política no es tan independiente como presume.

Hace unos días, el Presidente dio a conocer la polémica lista de invitados a dicho evento: Evo Morales, familiares de Martin Luther King, la hija del Che Guevara, la familia de Julian Assange (perseguido por EU); familiares de Hugo Chávez, entre otros. Encima, el Gobierno de México (con nuestros impuestos) cubrirá su hospedaje en un hotel exclusivo en el Centro.

Por otro lado, desde julio, López Obrador afirmó que ese día declararía su posicionamiento respecto del proceso de consultas iniciado por EU, en el marco del T-MEC, por la política energética de la 4T. Los invitados antagónicos a EU, en el marco de la independencia, las mañaneras recientes y la cuesta electoral de 2023 y 2024, apuntarían a que la línea fuera confrontativa contra Washington y en defensa de la tan aludida soberanía energética.

Sin embargo, cuatro días antes del festejo, el Presidente anunció en su mañanera que ya no hablará sobre Estados Unidos. Ahora prefiere hablar de la paz mundial. No es casualidad que el mismo día llegó en visita de trabajo Antony Blinken, secretario de Estado de EU, a reunirse con AMLO. Evidentemente, la presión ejercida por el vecino del norte y las consecuencias potenciales de establecer un panel, fueron catalizadores del cambio de tema para el 16 de septiembre.

El establecimiento de un panel de solución de controversias y, consecuentemente, una resolución, no favorecedora para México, podría traer represalias arancelarias en los sectores agrícolas o el automotriz. Millones de empleos, millones de dólares en inversiones y los precios de un sinfín de productos podrían verse afectados por este desenlace. Las contrapartes estadounidenses saben que las elecciones son la prioridad de AMLO, e imponer aranceles al campo sería un golpe fuerte.

A Washington tampoco le conviene llegar a la instancia del panel por el costo económico, por el tiempo que tomaría y porque ellos tienen elecciones intermedias en dos meses. El gobierno de Biden busca triunfos y México siempre tendrá peso electoral en EU.

El otro bastión de la política de López Obrador es su imagen. Él se ha jactado de no doblegarse ante EU y de defender la soberanía energética. Continuar con la idea de hablar sobre EU el 16 de septiembre, era una situación pierde-pierde para AMLO: en caso de atacar a EU, un panel y eventuales represalias serían más probables; si era conciliador, parecería un líder débil que cedió ante las presiones del vecino, como los anteriores.

Es mejor hablar de paz mundial: un mensaje que sumará puntos y evita demostrar que, aunque Evo Morales y los familiares de Chávez sean invitados de honor, el desfile marcha al son de Washington.