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Banco de México, bajo amenaza (3/5)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
Por:

¿Qué implica que el Banco de México sea autónomo? Que el Gobierno Federal no puede obligarlo a producir dinero y dárselo para que lo gaste. ¿Qué implicaría quitarle la autonomía? Darle al Gobierno Federal el poder para obligarlo a producir dinero y dárselo para que lo gaste, lo que dispararía el gasto gubernamental, su demanda por bienes y servicios.

¿Cuál sería el problema? El repunte en la inflación, una mayor pérdida del poder adquisitivo de nuestro dinero y trabajo, contrario al fin de la economía, que es el bienestar de las personas, para lo cual conviene, en el peor de los casos, que no haya inflación (que el dinero y el trabajo no pierdan poder adquisitivo) y, en el mejor, que haya deflación (que el dinero y el trabajo incrementen su poder adquisitivo).

¿Por qué financiar parte del gasto gubernamental con producción de dinero, proveniente del banco central, genera repuntes en la inflación? Porque el gobierno utiliza ese dinero para demandar bienes y servicios, demanda que puede aumentar de manera considerable si parte del gasto gubernamental se financia con producción de dinero, y si la oferta no aumenta en la misma proporción que aumentó la demanda el ajuste se dará, no por una mayor oferta de bienes y servicios, sino por el aumento de precios, por la inflación.

Aumentar la demanda por bienes y servicios es fácil: basta que el banco central produzca dinero, que se lo regale a la gente, y que ésta lo utilice para demandar más satisfactores, algo que puede hacerse relativamente rápido. Bastaría, por ejemplo (espero no dar ideas), que el Banco de México emitiera un comunicado redactado en estos términos: “Considérese que a partir de mañana la unidad monetaria, el peso, estará multiplicada por mil”, lo cual multiplicaría la cantidad de dinero por mil, sin necesidad de imprimir más billetes ni acuñar más monedas, lo cual podría multiplicar la demanda por bienes y servicios por mil, ¡de la noche a la mañana! Hoy, con un peso, puedo demandar un peso de cacahuates (demanda = $1,00). Mañana, dado que deberemos considerar que la unidad monetaria se habrá multiplicado por mil, con ese mismo peso podré demandar mil pesos de cacahuates, habiéndose multiplicado la demanda por mil (demanda = $1,000.00). ¿De hoy a mañana la oferta de cacahuates podrá multiplicarse por mil, para mantener la relación oferta - demanda de hoy, antes de que la unidad monetaria se multiplique arbitrariamente por mil? No, ni remotamente. Entonces, ¿cómo se ajustará el mercado de cacahuates? Por el aumento del precio, que sería considerable.

Financiar parte del gasto gubernamental con producción de dinero, proveniente del banco central, incrementaría excesivamente la demanda de bienes y servicios de parte del gobierno, incremento excesivo porque no podría compensarse con una mayor oferta. El resultado sería el alza de precios, la inflación, precisamente lo que nos pasó entre enero de 1970 y marzo 1994, años en los cuales el gobierno recurrió a la producción de dinero para financiar parte de su gasto (lo que llamo la aplicación de la receta keynesiana). En ese período la inflación promedio mensual fue 2.46%. En abril de 1994 se le otorgó la autonomía al Banco de México, y de entonces a julio pasado la inflación promedio mensual fue 0.63%.

Continuará.