a

Arturo Damm Arnal

Buenas noticias

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El bienestar depende, en buena medida, de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que se dispone para satisfacer necesidades, la mayoría de los cuales hay que comprar, para lo cual hay que pagar un precio, para lo cual se necesita ingreso y para lo cual se requiere empleo. 

Todo lo cual depende de las inversiones directas, ID, que se destinan a producir bienes y servicios, a crear empleos (para producir alguien debe trabajar), a generar ingresos (a quien trabaja se le paga), que dependen, en buena medida, de la inversión fija bruta, IFB, en instalaciones, maquinaria y equipo, que proporciona la infraestructura física para poder producir. El comportamiento de la IFB es un buen indicador del comportamiento de la ID. ¿Cómo vamos?

En términos mensuales, comparando cada mes con el mes anterior, en mayo la IFB creció 4.50%. Un mes antes, en abril, creció 0.30%. Un año antes, en mayo de 2022, decreció 2.20%. El crecimiento promedio mensual de los cuatro primeros meses del año, enero a abril, fue 0.60%. El crecimiento promedio mensual de los cinco primeros meses de 2022, enero a mayo, fue 0.48%. En términos mensuales, buen resultado en mayo de la IFB, parte fundamental de la ID.

En términos anuales, comparando cada mes con el mismo mes del año anterior, en mayo la IFB creció 15.10%. Un mes antes, en abril, creció 7.70%. Un año antes, en mayo de 2022, creció 4.50%. El crecimiento promedio mensual de los cuatro primeros meses del año, enero a abril, fue 8.80%. El crecimiento promedio mensual de los cinco primeros meses de 2022, enero a mayo, fue 5.70%. En términos anuales, excelente resultado en mayo de la IFB, parte esencial de la ID.

Gracias a estos resultados, en mayo, el nivel de la IFB alcanzó un nuevo máximo histórico, con una puntuación de 112.7 (índice base 2013 = 100). El anterior máximo histórico se consiguió en diciembre de 2017, con una puntuación de 111.9. Para mayo de 2020, consecuencia de los efectos 4T y Covid, la IFB había caído hasta los 64.0 puntos, nivel similar al que se había alcanzado en junio de 1997 (63.7 puntos), ¡sí, de 1997! De tal magnitud fue la presión recesiva sobre esta variable tan importante, que depende, básicamente, de la confianza de los empresarios para invertir directamente en el país, confianza que, todavía, deja que desear.

En escala de 0 (total desconfianza) a 100 (confianza total), en mayo la confianza empresarial para invertir directamente en México fue 44.9, y con ese bajo nivel de confianza la IFB creció, en términos mensuales, 4.50% y, en términos anuales, 15.1%. ¿Cuánto más no hubiera crecido sí, en vez de 44.9 puntos de confianza, se hubieran alcanzado, por decir algo, 89.8?

En la encuesta de mayo del Banco de México, sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado, 18% de los encuestados consideró que mayo era un buen momento para invertir directamente en México, 47% que era un mal momento y 35% restante no estaba seguro si era lo uno o lo otro.

Estos buenos resultados en materia de ID, ¿se lograron gracias a la 4T o a pesar de la 4T? ¿Qué tanta confianza les brinda a los empresarios, sobre todo a los que no pertenecen a la cúpula del poder y no se benefician del capitalismo de compadres, la 4T? ¿Y cómo afectará a esta confianza el proceso electoral, sobre todo si no se realiza conforme a lo establecido por las leyes?