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Desempleo, subempleo, etc.

PESOS Y CONTRAPESOS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

En el anterior Pesos y Contrapesos vimos que, en materia de comercio exterior, desde una perspectiva interanual, comparando 2022 con 2021, los resultados de 2022 fueron mejores que los de 2021, tanto por el lado de las exportaciones como de las importaciones. También vimos que, desde una perspectiva intermensual, comparando los meses de 2022, al final del año las cosas desmejoraron, tanto en materia de exportaciones como de importaciones.

Toca ahora el turno al empleo, variable para la cual ya tenemos, proporcionada por el INEGI, la información completa del 2022. 

En 2018, antes del inicio de la 4T, la tasa de desocupación fue 3.33 por ciento de la población económicamente activa, formada por los mayores de quince años que buscan trabajo: si lo encuentran se vuelven población ocupada, si no lo encuentran, y siguen buscando, son población desocupada. En 2019, el año en el que empezó la recesión, fue 3.50 por ciento; en 2020, el año en el que se agravó la recesión, fue 4.43; en 2021, el año en el que empezó la recuperación, fue 4.19; en 2022, con la recuperación en marcha, fue 3.32 por ciento, la menor de los últimos cinco años. Bien.

Además de la tasa de desocupación podemos tomar en cuenta la tasa de subempleo, condición en la que se encuentra la población ocupada con la necesidad de trabajar más pero sin la posibilidad de hacerlo, tasa que en 2018 fue 6.96 por ciento; en 2019 7.48; en 2020 16.4, en 2021 12.59; en 2022 8.30, todavía por arriba de 2018 y 2019. Mal.

Además de la tasa de subempleo podemos considerar la tasa de población parcialmente ocupada (trabaja menos de 15 horas semanales) más desocupada (que busca trabajo), tasa que en 2018 fue 9.08 por ciento de la población económicamente activa; en 2019 9.48; en 2020 11.67; en 2021 10.57; en 2022 9.03, la menor de los últimos cinco años. Bien.

Además de la tasa de población parcialmente ocupada más desocupada, podemos tomar en cuenta la tasa de población en condiciones críticas de ocupación, en la que se encuentra la población ocupada que trabaja menos de 35 horas semanales, o más de 35 pero ganando hasta un salario mínimo (260.34 pesos diarios), o más de 40 pero ganando hasta dos salarios mínimos (520.68 pesos diarios), tasa que en 2018 fue 15.79; en 2019 18.91; en 2020 24.12; en 2021 24.98; en 2022 30.82 por ciento, la mayor de los últimos cinco años, muestra de la precarización del empleo en México. Muy mal.

Por último, además de la tasa de población en condiciones críticas de ocupación, podemos considerar la tasa de población en informalidad laboral, que incluye a los trabajadores laboralmente indefensos por la naturaleza de la empresa para la que trabajan, y a los trabajadores cuya fuente de trabajo no reconoce su relación laboral, tasa que en 2018 fue 56.68 por ciento de la población ocupada; en 2019 56.47; en 2020 54.48; en 2021 55.95; en 2022 55.35, la segunda menor en los últimos cinco años. Regular.

Llama la atención la poca variación que tuvo la tasa de informalidad laboral, que osciló entre un máximo de 56.68 (2018) y un mínimo de 54.48 (2020), comparada con la tasa de condiciones críticas de ocupación, que fluctuó entre un mínimo de 15.79 (2018) y un máximo de 30.82 (2022), habiendo aumentado año tras año hasta duplicarse. ¿Quiere esto decir que la informalidad está “mejor preparada” que la formalidad para enfrentar recesiones? Y si es así, ¿por qué?