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Arturo Damm Arnal

Del dinero (13/15)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Quedó claro, por lo explicado en el anterior Pesos y Contrapesos, que adoptar como principio rector de la producción de dinero el que cada quien disponga de la cantidad que quiera en el momento que quiera, sería un enorme despropósito. ¿No lo es también el que el gobierno pueda disponer de la cantidad de dinero que quiera, en el momento que quiera?

Hay quienes dicen que, dado que los gobiernos cuentan con bancos centrales, que producen dinero, no es necesario que, para financiar sus gastos, cobren impuestos y/o contraigan deuda y/o vendan activos, bastando con que el banco central imprima billetes y acuñe monedas para que puedan financiarlos, sin tener que cobrar impuestos (importunando a los contribuyentes, algo políticamente inconveniente); sin tener que endeudarse (con el inconveniente de que habrá que regresar el principal más los intereses, algo económicamente problemático); y sin tener que vender activos (suponiendo que los tengan y los puedan vender, lo cual es una fuente no recurrente de ingresos).

¿Qué pasaría si todo el gasto del gobierno se financiara con producción de dinero, proveniente del banco central, sin cobro de impuestos, sin contracción de deuda, sin venta de activos? Que aumentaría, por el incremento en el gasto del gobierno, la demanda agregada por bienes y servicios, y si la oferta agregada, ya sea por producción nacional, ya por importaciones, no aumenta en la misma proporción y al mismo tiempo, lo que aumentarán serán los precios, generándose inflación (aumento en el índice nacional de precios al consumidor), pérdida en el poder adquisitivo del dinero y, ya que el trabajo se paga con dinero, pérdida en el poder adquisitivo del trabajo, lo cual viola el derecho al producto íntegro del mismo, que supone el derecho al poder adquisitivo íntegro del trabajo, derechos que son de propiedad privada.

Si no es prudente que el principio rector de la producción de dinero sea que cada quien disponga de la cantidad de dinero que quiera en el momento que quiera, tampoco lo es, por la misma razón, que dicho principio sea que el gobierno disponga de la cantidad de dinero que quiera en el momento que quiera. En ambos casos, más en el primero, menos en el segundo, el resultado es, dado el mayor crecimiento en la demanda de bienes y servicios que en la oferta de los mismos, la inflación.

Pero, si no es prudente que todo el gasto del gobierno se financie con producción de dinero, ¿no lo es que se financie solamente una parte del mismo, la deficitaria, que es aquella que no se financia con impuestos, por lo que, o se financia con deuda, o con producción de dinero? No, por la misma razón: ello, más allá de ciertos límites, que se alcanzan y superan fácilmente, daría como resultado un mayor crecimiento de la demanda por bienes y servicios que de su oferta, con el único resultado posible, la inflación, la pérdida en el poder adquisitivo del dinero y, por ello, del trabajo, lo cual tiene una dimensión, no solamente económica (menor bienestar), sino también ética (violación del derecho de propiedad privada).

Entonces, ¿hay que prohibir de entrada a los bancos centrales? No. Lo que hay que prohibir es el poder de los gobiernos para obligarlos a producir dinero y dárselo para que lo gasten.

Continuará.