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Arturo Damm Arnal

Del dinero (8/15)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Las condiciones que debe cumplir lo que se use como dinero —satisfactor—, son: que sea valorado por todos para que sea aceptado por cualquiera; que sea relativamente escaso, para que no pierda su poder adquisitivo; que sea fácilmente fraccionable, para poder pagar sin dificultad cualquier precio, y que sea fácilmente transportable, para poder expandir el comercio.

El oro y la plata cumplen bien con las tres primeras condiciones, pero no tan bien con la cuarta, ser fácilmente transportables, razón por la cual se inventaron los billetes.

Supongamos un orfebre, que trabaja el oro y la plata, por lo cual, en su taller, tiene un lugar seguro para guardar dichos metales. Supongamos a Fulano de Tal, que tiene en su poder cien DAMM’s, y que, por motivos de seguridad, le pide al orfebre que se los guarde.

Supongamos que el orfebre acepta y cobra una comisión del cinco por ciento: recibe los cien DAMM’s, descuenta los cinco de la comisión, guarda los otros noventa y cinco, y expide un pagaré nominativo con la siguiente leyenda: “Pagaré, a Fulano de Tal, la cantidad de noventa y cinco DAMM’s”, lo cual le da a Fulano de Tal el derecho de retirar, en el momento en que entregue el pagaré al orfebre, noventa y cinco DAMM’s. Ojo: el dinero son las monedas de plata, no el pagaré.

Supongamos que Fulano de Tal tiene que pagarle, a Perengano, una cuenta de noventa y cinco DAMM’s. Puede hacerlo de dos maneras. Primera: yendo al taller del orfebre, entregando el pagaré nominativo, recibiendo noventa y cinco DAMM’s, y pagándoselos a Perengano. Segunda: endosándole el pagaré nominativo a Perengano, para que vaya al taller del orfebre y reclame los noventa y cinco DAMM’s, segunda manera que tendrá lugar si Perengano confía en los pagarés del orfebre, teniendo la seguridad de que, si lo presenta, recibirá noventa y cinco DAMM’s. Confianza, la clave.

Supongamos que Fulano de Tal tiene que hacer tres pagos, dos por treinta DAMM’s y otro por treinta y cinco, por lo que le pide al orfebre que le expida tres pagarés, dos por la primera cantidad y uno por la segunda y que, suponiendo que a quienes les paga confían en el orfebre, les paga endosándoles el pagaré nominativo. Confianza, la clave.

Supongamos que el orfebre ya se ganó la confianza de los agentes económicos, quienes, a cambio de pagarés nominativos, por motivos de seguridad y de comodidad en el transporte, depositan sus DAMM’s en su taller. No pasará mucho tiempo antes de que al orfebre se le ocurra sustituir los pagarés nominativos por pagarés al portador, con la siguiente leyenda: “Pagaré, a la vista al portador, la cantidad de UN DAMM”. No pasará mucho tiempo antes de que al orfebre se le ocurra emitir pagarés al portador de distintas denominaciones, supongamos uno, cinco, diez, veinte, cincuenta y cien DAMM’s, de tal manera que si Fulano de Tal le deja en custodia, ya descontada la comisión del orfebre, setenta y tres DAMM’s, le podría dar un DAMM de cincuenta, otro de veinte y tres de uno.

Si los agentes económicos confían que el orfebre les entregará las monedas correspondientes a cada pagaré, usarán los mismos como dinero, sobre todo por motivos de comodidad: es más fácil transportar papel que metal, reduciéndose más el costo de transacción. Pero ojo: el dinero son las monedas de plata (metal precioso), no el pagaré al portador (papel).

Continuará.