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Arturo Damm Arnal

Generación, no distribución

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Según la información del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, CONEVAL, en el tercer trimestre del año, el 40.1 por ciento de la población ocupada estuvo en condición de pobreza laboral (38.3 en el segundo), que es la incapacidad para generar un ingreso suficiente que alcance para comprar la canasta básica alimentaria, siendo el ingreso el producto del trabajo (generación personal de ingreso), no de las dádivas gubernamentales (redistribución gubernamental del ingreso). El problema con el ingreso es de generación, no de distribución.

La mayoría de los pobretólogos (dícese de quien estudia la pobreza), afirma que la causa de la pobreza es la injusta distribución del ingreso. Para que esta afirmación sea cierta deben cumplirse las siguientes condiciones: (i) que todos generen la misma cantidad de ingreso, que es el producto del trabajo de cada quien; (ii) que una vez generado el ingreso todos lo depositen, íntegro, en el Fondo Común de la Sociedad; (iii) que una vez depositado, todo el ingreso de todos, en dicho fondo, aparezca el distribuidor del ingreso y lo distribuya dándole más unos, volviéndolos ricos, y menos a otros, volviéndolos pobres, distribución injusta porque a los ricos les tocó más de lo que generaron, y a los pobres menos, siendo la causa de su pobreza esa injusta distribución del ingreso, injusticia que se corrige con la aparición del redistribuidor del ingreso, que le quita a los ricos lo que el distribuir les dio de más, para darle a los pobres lo que les dio de menos. ¿Cuál es el resultado de la redistribución del ingreso? Que todos acaban teniendo el ingreso que originalmente generaron, ¡que es lo justo!

Ninguna de las condiciones necesarias para que la afirmación “la causa de la pobreza es la injusta distribución del ingreso” sea cierta se cumplen, comenzando con la primera: que todos generen la misma cantidad de ingreso, siguiendo con la segunda: que todos depositen todo su ingreso en el Fondo Común de la Sociedad, terminando con la tercera: que el distribuidor del ingreso les dé más a unos y menos a otros.

Si la causa de la pobreza es la injusta distribución del ingreso, ¿quién es el distribuidor?, ¿de qué fondo saca el ingreso que distribuye injustamente?, ¿cómo se abastece ese fondo?, preguntas cuyas respuestas son: es nadie; de ninguno; de ninguna manera. La afirmación “la causa de la pobreza es la injusta distribución del ingreso” es falaz, pero muy eficaz para justificar la redistribución gubernamental del ingreso, lo que ha dado como resultado que hoy gobernar sea sinónimo de redistribuir el ingreso, como lo muestra el análisis de los presupuestos de egresos de los gobiernos. En el caso mexicano dos terceras partes del gasto del gobierno a nivel Federal es gasto social, redistribución del ingreso, con el gobierno quitándole a Juan lo que es de Juan, por ser producto de su trabajo, para darle a Pedro lo que no es de Pedro, por no ser producto del suyo.

La causa de la pobreza no es la injusta distribución del ingreso sino la insuficiente generación del mismo, que en México afecta al 40.1 por ciento de la población ocupada en condición de pobreza laboral, lo cual es indignante, contrario a la dignidad de la persona, quien debe vivir bien gracias al trabajo propio, no a las dádivas gubernamentales.