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Arturo Damm Arnal

Política = política fiscal (1/2)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
Por:

Comenzaron las campañas electorales y comenzaron, de parte de los candidatos, las promesas, cuyo cumplimiento requerirá recursos, que saldrán del bolsillo de los contribuyentes.

Lo que veremos en las próximas semanas será la degeneración de la democracia electoral en mercado electorero, en un intercambio de promesas por votos, lo cual no tendría nada de malo si los candidatos se limitaran a ofrecer lo que corresponde a la legítima tarea del gobierno, que es la impartición de justicia: prohibir y prevenir la violación de derechos y, en caso de fallar, castigar al violador y obligarlo a resarcir. Pero no, además de prometer garantizar derechos van a prometer desde satisfacer necesidades hasta defender intereses, comenzando por el interés que tienen muchos ciudadanos de que el gobierno les satisfaga sus necesidades, para lo cual se requiere de la redistribución gubernamental del ingreso.

Y eso, redistribución gubernamental del ingreso, es lo que ofrecerán los candidatos, porque gobernar se ha vuelto sinónimo de redistribuir el ingreso: más o menos dos terceras partes del presupuesto de egresos del gobierno es gasto social, redistribución del ingreso, ingreso que es el producto del trabajo de cada quien, por lo que la redistribución gubernamental del ingreso es la redistribución gubernamental del producto del trabajo de cada quien: el gobierno le quita a Juan parte de lo que, por ser producto de su trabajo, su ingreso, es de él, para darle a Pedro lo que, por no ser producto de su trabajo, no es su ingreso, no es de él.

Al respecto hay que tener presente que el gobierno no puede darle todo a todos, por lo que solamente es capaz de darle algo a algunos, y que ese algo, que le da a unos, previamente se lo tuvo que quitar a otros, con el agravante de que, dado que el gobierno cobra por quitar y dar, nunca regresa la misma cantidad que quitó, y mucho menos una cantidad mayor. En México el organismo que quita es el Servicio de Administración Tributaria, el SAT, cuyos trabajadores cobran por lo que hacen. El gobierno cobra por quitar. El organismo que da es, entre otras, la Secretaría del Bienestar, cuyos trabajadores también cobran. El gobierno cobra por dar. De hecho el gobierno se cobra a lo chino, obligando a los contribuyentes a entregarle parte del producto de su trabajo.

Hoy gobernar es sinónimo de redistribuir el ingreso, algo que la mayoría de la gente acepta sin rechistar, tal vez porque no se han dado cuenta de lo que dicha redistribución significa. Para aclararlo hagámonos estas tres preguntas: ¿deben las personas vivir gracias al trabajo propio?; ¿tienen las personas el derecho al producto íntegro de su trabajo?; la ayuda que nos prestemos unos a otros, ¿debe ser voluntaria u obligatoria?

Si respondemos que las personas debemos vivir gracias al trabajo propio, que tenemos derecho al producto íntegro de nuestro trabajado, y que la ayuda que nos prestemos unos a otros debe ser voluntaria, no obligatoria, entonces, si somos congruentes, no debemos estar a favor de la redistribución gubernamental del ingreso, por la que el gobierno le quita a Juan parte del producto de su trabajo, no respetando su derecho al producto íntegro del mismo, para dárselo a Pedro, quien ya no vive solamente gracias al producto de su trabajo, obligando a Juan a ayudar a Pedro.

Continuará.