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Propietarismo (1/3)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El liberalismo debe ser propietarismo, defensa del ejercicio de la libertad individual defendiendo el uso, como al propietario más le convenga, de la propiedad privada, sin que el gobierno imponga limitaciones ineficaces, que reducen el bienestar, e injustas, que violan derechos.

El uso de la propiedad privada es la condición de posibilidad del ejercicio de la libertad individual, porque el ejercicio de la libertad, que siempre es individual, implica en todos los casos el uso de alguna propiedad, que en este caso debe ser la privada, por lo que, en la misma medida que se limita la primera se limita la segunda (véase: http://www.asuntoscapitales.com/documentos/propiedad_privada.pdf). El liberalismo, bien entendido, y mejor practicado, es propietarismo.

Para entender mejor la relación entre propiedad privada y libertad individual, tengamos presente que el derecho de propiedad privada es el derecho a la libertad individual para usar, disfrutar y disponer de lo que es de uno, como a uno más le convenga, con una sola restricción: que al hacerlo no se violen derechos (que realmente lo sean y no se confundan con necesidades y/o intereses, algo distinto), de terceros, lo cual hace referencia a mi definición de liberalismo, que no es una ideología (idea preconcebida de cómo debe organizarse la sociedad y de cómo deben comportarse las personas para lograr ese tipo de organización, concebida por alguien con la intención de imponerla a los demás), sino un principio de conducta: “Respetando los derechos, ¡que realmente lo sean!, de los demás, y asumiendo el riesgo y la responsabilidad, haz lo que quieras”, lo cual implica usar, disfrutar y disponer de lo nuestro como creamos más conveniente.

Una de las maneras que tenemos de disponer de lo nuestro es ofreciéndolo en renta como más nos convenga, lo cual supone decidir el precio al que nos conviene rentar, el tiempo por el cual nos conviene hacerlo, y la persona a la que nos conviene alquilárselo, sin que nadie limite o prohíba esas decisiones. Si es el caso entonces hay propietarismo y, por lo tanto, liberalismo.

Lo anterior viene a cuento porque, hace algunos días, el Pleno del Congreso de la Ciudad de México, tuvo a bien (en realidad fue a mal), limitar, porque quieren y pueden, el número de días en los que un propietario puede ofrecer en renta, vía plataformas como Airbnb, su propiedad, violando el derecho a la propiedad privada, que es, va de nuevo, el derecho a la libertad individual para disponer de lo propio como se crea más conveniente, lo cual implica, entre otras posibilidades, decidir el precio al que conviene alquilar, el tiempo por el que conviene hacerlo, y la persona a la que conviene rentarle, sin que nadie limite o prohíba esas decisiones, que no violan derechos, razón por la cual no deben limitarse o prohibirse.

¿Cuál es la principal amenaza al propietarismo, al derecho de propiedad privada? La creencia de los políticos (¿habrá alguna excepción que confirme la regla?), comenzando por los legisladores, de que tienen el derecho (que en realidad no es más que la fuerza, algo muy distinto), de disponer de las propiedades de los demás como crean más conveniente, amenaza que no es la única. No olvidemos el párrafo cuarto del artículo 28 constitucional.

Continuará.