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Arturo Damm Arnal

Socialismo, comunismo

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

AMLO afirmó: “No hay que tenerle miedo al comunismo. Comunismo es darle a cada quien según sus necesidades”, como escribió Marx, en 1875, en su Crítica al programa de Gotha: “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”, lo cual suena atractivo, pero es impracticable. Si me van a dar según mis necesidades, ¿para qué aporto según mi capacidad?

Lo primero que hay que hacer es distinguir entre socialismo y comunismo. El socialismo es la creencia de que las necesidades insatisfechas de los “pobres” les dan derecho a una parte del ingreso de los “ricos”, y que el gobierno debe hacer valer ese derecho por medio de la redistribución del ingreso, quitándole al “rico” para darle al “pobre”, redistribución del ingreso que es, como la llamó Federico Bastiat, expoliación legal, violación del derecho de propiedad privada sobre el producto del trabajo, que eso es el ingreso, el producto del trabajo.

El comunismo es la creencia de que los medios de producción, sobre todo de los sectores estratégicos de la economía, deben ser monopolios del gobierno, quien debe llevar a cabo la planeación gubernamental de la actividad económica, misma que abarca desde la producción hasta el consumo, comunismo que viola el derecho de propiedad privada sobre los medios de producción, y el derecho a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, todo lo cual es económicamente ineficaz (aumenta la escasez y disminuye el bienestar), y éticamente injusto (viola derechos).

En el socialismo se respeta el derecho de propiedad privada sobre los medios de producción y el derecho a la libertad individual para emprender, pero no el derecho de propiedad privada sobre el ingreso, lo cual limita el derecho a la libertad individual para comprar y consumir.

En el comunismo no se respeta el derecho de propiedad privada sobre los medios de producción, ni el derecho a la libertad individual para emprender, y, si a cada quien se le da según sus necesidades, para lo cual hay que redistribuir el ingreso, tampoco se respeta el derecho de propiedad privada sobre el ingreso y, dado que la propiedad privada es la condición de posibilidad del ejercicio de la libertad individual, tampoco se respeta el derecho a la libertad individual para comprar y consumir.

El problema ético con el socialismo y el comunismo es la violación de los derechos, a la propiedad privada y a la libertad individual, algo propio de los Estados de chueco, no del Estado de Derecho, y si bien el comunismo ha perdido vigencia, el socialismo no: hoy gobernar es sinónimo de redistribución del ingreso, y basta revisar los presupuestos de egresos del gobierno para comprobarlo. Según el Presupuesto de Egresos de la Federación 2023, el 65.57 por ciento del gasto programable es para desarrollo social, es decir, redistribución del ingreso, misma que no se realiza con el fin de darle a cada uno según sus necesidades, muchas de las cuales siguen insatisfechas, sino con el objetivo de crear clientelas presupuestarias con fines electoreros.

Mucho hay que decir del comunismo y el socialismo, analizándolos tanto desde el punto de vista ético, relacionado con la justicia, con el respeto a los derechos, como económico, relacionado con la eficacia, con la reducción de la escasez y el aumento del bienestar. Por lo pronto, aquí queda este primer análisis.