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Arturo Damm Arnal

Sueños (2/2)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Walter Williams escribió: “Te voy a dar mi definición de justicia social: yo me quedo con lo que gano y tú te quedas con lo que ganas. ¿No estás de acuerdo? Entonces dime, ¿cuánto de lo que gano te pertenece y por qué?”.

Posible respuesta: porque tengo necesidades insatisfechas, por ejemplo: porque tengo hambre, respuesta que plantea esta otra pregunta: las necesidades insatisfechas de alguien, ¿le dan derecho a parte del producto del trabajo, del ingreso y de las propiedades, de alguien más? El hambre de Pedro, ¿le da derecho a una parte de los alimentos de Juan? No. Y, sin embargo, esa es la creencia de los socialistas.

El socialista cree que las necesidades insatisfechas de “los pobres” les dan derecho a parte del ingreso, del producto del trabajo, de “los ricos”, y que el gobierno, por medio de la redistribución del ingreso, quitándole a “los ricos” y dándole a “los pobres”, debe hacer valer ese derecho. Le llaman justicia social que, en realidad, es injusticia individual.

La mayoría de los políticos de izquierda, centro o derecha está a favor, en mayor o menor medida, de una u otra forma, de la redistribución gubernamental del ingreso, con la cual se hacen realidad sueños como el de Claudia Sheinbaum: que todos los niños que vayan a escuela del gobierno tengan una beca, sueños que, hechos realidad, dan como resultado una sociedad de expoliados, creadores de riqueza y generadores de ingreso propio, a quienes se les quita, y de mantenidos, consumidores de ingreso ajeno y destructores de riqueza, a quienes se les da. Mi sueño, dicho sea de paso, es que las colegiaturas de los hijos (y todos los otros satisfactores necesarios), las puedan pagar los padres, responsables titulares de la educación (y de las demás necesidades: alimentación, atención médica, vestido y calzado, alojamiento, etc.), de sus hijos.

Otra frase de Walter Williams relacionada con la redistribución gubernamental del ingreso: “Si una persona tiene derecho a algo que no ha ganado, necesariamente requiere que otra persona no tenga derecho a algo que sí ha ganado”. Una más: “No hay ningún argumento moral que justifique el uso de los poderes coercitivos del gobierno para obligar a una persona a asumir el gasto de cuidar a otra”. Otra más: “No tenemos un derecho natural de tomar la propiedad de una persona para dársela a otra; por lo tanto, no podemos delegar legítimamente tal autoridad al gobierno”. Una última: “Por muy digna que sea la causa, es robo, hurto e injusticia confiscar la propiedad de una persona y dársela a otra a la que no pertenece”.

Cada una de estas frases sirve para rechazar, con argumentos a favor de la justicia sin adjetivos y en contra de la justicia social, el sueño de Claudia Sheinbaum, que es el de cualquier político de izquierda, centro o derecha: redistribuir el ingreso.

El que gobernar sea, principalmente, redistribución gubernamental del ingreso, ha hecho del gobierno, como lo señaló Federico Bastiat en su texto El Estado (que todos deberían leer), “la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza por vivir a expensas de todo el mundo”, lo cual, dada la escasez, es imposible y, si no lo fuera, sería injusto.

¿Queremos una sociedad de expoliados y mantenidos, como la que se ha venido formando desde hace décadas, consecuencia de la práctica generalizada (PRI, PAN y Morena), del socialismo?.